CITA MORBOSA EN EL METRO DE BILBAO
Por BILBAINO
Enviado el 21/11/2024, clasificado en Adultos / eróticos
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Cuando Luis abrió su correo electrónico al de tres días de haber publicado su relato en una reconocida página web de relatos eróticos, quedó sorprendido al ojear el contenido de un mensaje recibido.
_ Hola BILBAINO, somos una pareja de Barakaldo que nos gusta mucho el morbo del exhibicionismo. Solemos disfrutar de nuestra afición en zonas de monte ante desconocidos ocasionales a los cuales permitimos que nos observen. Tu relato de exhibicionismo en el metro nos ha gustado mucho y nos gustaría poder jugar contigo de algo parecido también en el metro. No buscamos interactuar físicamente, solo tu presencia como voyeur. Un saludo y ya nos comentarás.
Ilusionado ante semejante propuesta, se apresuró a responderles aceptando la propuesta en todos sus aspectos, comprometiéndose a respetar las condiciones que desearan establecer.
Buscando el momento con menor ocupación de viajeros, quedaron un Domingo a las 9 de la mañana en el andén de la estación de Abando. Como no se habían cruzado fotos la situación real era la de una cita a ciegas entre la pareja y Luis. Efectivamente el andén se encontraba prácticamente desierto y únicamente una mujer de unos 50 años paseaba por este con un bolso bajo el brazo. Luis miró hacia un lado y hacia el otro tratando de localizar con la mirada al acompañante masculino de la mujer ó a alguna pareja, pero nadie más se encontraba en el andén. Ligeramente contrariado por la situación, se puso a pasear por el andén con las manos en el bolsillo. El metro para Plentzia llegaría en 4 minutos y nadie más hacía acto de presencia. Poco a poco se fue acercando a la parte trasera del andén hacia la zona del último vagón y allí detuvo su caminar.
Puntual con el horario establecido, el metro hizo acto de presencia, Luis esperó quieto a que el metro se detuviese y cuando ya daba por hecho que nadie acudiría a la cita, la puerta del vagón se abrió y desde el umbral de esta un hombre de unos 60 años le hizo una señal sin mediar palabra alguna, para que se incorporara al vagón. Luis se introdujo en el vagón y esperó. En el último compartimento de 4 asientos, una mujer de edad similar le observaba en silencio mientras su pareja masculina se acercó a ella y se sentó a su lado. Luis intuyó al momento que esperaban que se sentase junto a ellos y hacia allí se dirigió. Nada más sentarse frente a la pareja, ella metió sus manos bajo la falda y haciendo unos leves movimientos de cadera acabó deslizando sus bragas de color negro por sus piernas ante la entusiasmada mirada de Luis. En ese momento el hombre extendió su mano hacia Luis y se presentó como Juan y a su mujer como Lucía.
El viaje hasta Plentzia transcurrió con una larga conversación sobre el mundo del sexo y sus fantasías mutuas como voyeurs y exhibicionistas. Durante el viaje el hombre jugó largo y tendido con la vulva de su señora ante la extasiada mirada de nuestro amigo Luis. Al llegar a Plentzia, el hombre hizo saber a Luis que disponían de un piso en el casco histórico del pueblo y que, si le apetecía seguir contemplándoles, le invitaban a acompañarlos a su casa, siempre con el compromiso de no interactuar físicamente y su presencia únicamente como voyeur. Luis aceptó encantado la propuesta y tras desayunar en un bar cercano, los tres se dirigieron hacia la casa.
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