DESPERTAR

                           DESPERTAR

   Se despertó y encontró el vaso de café. Lo tomó en su mano y suspiró. Lo acercó a su nariz. Aspiró el aroma del café. Miró dentro del vaso. Quedaba un resto. Le pareció ver su cara, sus ojos inteligentes, profundos, sagaces. Sus labios.
Era una nueva mañana... otra mañana con ella en la distancia. La distancia es una niebla que disipan los abrazos, las fantasías compartidas, las pasiones secretas plasmadas en un papel.
Allá, ella descansa tras una agotadora noche de trabajo. Almacena sueños y mira por la ventanilla y reanuda la marcha. Le acompaña su presencia inalterable.