Hansel y Gretel (versión terror) 3/3

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- Es ella, es la bruja – dijo Gretel.

- Oh no, Gretel, viene a por mí – lloriqueó Hansel.

La niña miró alrededor buscando alguna escapatoria, no había sitio donde esconderse, solo…

- Entra en el caldero… - indicó Gretel a Hansel.

- ¿Qué? – exclamó con terror el niño.

La niña apoyó sus manos sobre los hombros fofos de su hermano.

- La distraeré, intentaré engañarla, cuando no oigas voces, sal y huye de la casa.

El niño asintió con la cabeza, inseguro, pero sin más opción. Ambos fueron raudos hacia el caldero negro, la niña sumergió la mano dentro del contenido, estaba frío, tendrían tiempo más que suficiente para llevar a cabo su plan. La niña ayudó a su hermano a entrar en él y entre ambos, colocaron la tapa del enorme caldero, ocultando así al pequeño Hansel en su interior.

Segundos después, la bruja, entró renqueante en la cocina, su cuerpo deforme traspaso penosamente el umbral de la vieja puerta, sus huesos, marcados al extremo en su piel, le daban un aspecto aterrador, sus brazos, largos y delgados, le colgaban hacia abajo y se balanceaban de un lado a otro de forma inerte. Vio a la niña de pie en medio de la cocina, clavo sus ojos lechosos casi muertos en ella y avanzó jadeante a su encuentro.

-       Niña… ¿dónde está tu hermano?.

Gretel no dio respuesta alguna. La bruja, encolerizada, clavo sus huesudas manos en los hombros de la niña, apretando con una fuerza inesperada para su patético estado.

-       ¡¿Dónde está?! – gritó a la cara de la niña, salpicándola de una sustancia viscosa.

Hansel, escuchaba todo desde el interior del caldero, las palabras le llevaban amortiguadas a través de la gruesa capa de hierro. El calor en su interior comenzaba a aumentar poco a poco.

-       Gretel… por favor date prisa – murmuró para si.

La bruja miró en todas direcciones buscando con desespero alguna pista para averiguar el paradero del pequeño Hansel. Con ira, clavó sus huesudos dedos en los hombros de la niña, que atravesaron su carne como si fuese mantequilla. Gretel ahogó un gemido al sentir como se hundían en su piel.

-       Niña… dime… donde esta…

Mientras, dentro del caldero el calor comenzaba a ser insoportable, las paredes interiores ardían, el vapor de aquella extraña sustancia que hervía comenzó a llenar la cavidad del mismo, Hansel comenzaba a sudar y a revolverse poco a poco en su interior.

Gretel miró directamente a los ojos de aquel despojo de ser humano, aquella bruja inmunda y pestilente, luego, sin más, contestó.

-       Está en el caldero… como habíamos hablado…

Hansel no podía creer lo que acababa de escuchar.

-       ¿Gretel? – preguntó para si mismo.

La bruja posó sus ojos en el enorme caldero negro, luego volvió a mirar a la niña para acto seguido sacar sus asquerosas garras de los hombros de ella y sonriendo dijo.

-       Bien… muy bien… pequeña niña.

Gretel miró a la bruja a los ojos, ésta comenzó a andar en dirección al caldero, pero antes de que pudiese dar un paso, la niña la agarro por el hueso brazo y la detuvo, la brujo miró con desprecio a la pequeña Gretel, pero la niña no se inmutó. Sujetándola del brazo, dijo:

-       Cumple tu palabra, bruja, o acabaré contigo.

Ambas se miraron unos segundos, luego, con un brusco ademán, la bruja se soltó del agarre de la niña.

-       Claro, niña… después.

Y avanzó hacia el caldero. Dentro, el calor era ya insoportable, vapores extraños inundaban su interior, Hansel permanecía en movimiento para evitar abrasarse los pies en vano, el espeso líquido comenzó a burbujear haciendo casi imposible la acción de respirar.

-       ¡¡Gretel!! – gritó Hansel golpeado el interior del caldero - ¡¡Greteeel!!.

La niña se acercó al hirviente caldero y oyó los tenues gritos de su hermano en el interior, el vapor escapaba de cuando en cuando por la tapa del caldero, inundando la estancia con un extraño olor.

-       Dime, bruja… - dijo la niña, apoyando su mano sobre el negro caldero – ¿me darás poder ahora? ¿seré como tu?.

La bruja sonrió de forma grotesca, enseñando sus torcidos y afilados dientes. Posó su asquerosa mano en la cabeza de Gretel y contestó:

-       Tendrás mucho más que simple poder, querida niña.

Y así, poco a poco, los gritos del pobre Hansel se fueron acallando dentro del caldero.

Horas después, la bruja, levantó la tapa del caldero. En su interior, flotando sobre la espesa sustancia, encontraron las ropas del pobre Hansel, que fueron apartadas y arrojadas a la basura. La  bruja, posó sus manos sobre el caldero y casi al instante, en su interior se formó un guiso de esplendido olor y aspecto. Tomó un cuenco y lo llenó a rebosar, se lo llevó a los labios y tragó ávidamente. Al momento, su cuerpo deforme, comenzó a transformarse de nuevo en el de una hermosa mujer joven. Miró a Gretel y sonrió, después, le entregó un objeto a la niña.

-       Ven a verme mañana, pequeña.

Su voz, había recuperado su tono melodioso y dulce. La niña agarró el objeto que le entregaba la bruja y salió de la casa.

Horas más tarde, el suave toque en la puerta despertó al leñador. Adormilado, se puso en pie y se dirigió a abrir. Sus ojos se abrieron en par en par y emitió un grito de asombro y alegría al mismo tiempo, lo que hizo que Inna, su mujer, acudiera rauda a la puerta. Ambos, hombre y mujer, sonrieron alegres, al ver a Gretel de vuelta y portando en sus brazos, un caldero, con un exquisito guiso en su interior.

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Hansel y Gretel (audiolibro)


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