GISÈLE

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                          GISÈLE

   Hay algo profundo en el terrible padecimiento sufrido por Gisele. Me resisto a escribir ese apellido de su marido, que tiene el horrible olor a propiedad masculina. Tal vez, la primera justicia sería abominar del apellido de su abusador, torturador, violador, humillador, verdugo.
Algo más horrible late en una sociedad en la cual no son los hombres quienes toman las calles en nombre de Gisèle, para denunciar toda la violencia que las tradiciones machistas del patriarcado, todo el odio oculto y toda la rabia y el deseo de venganza del género que ha construido este mundo de desigualdad, opresión, guerras, humillaciones, castración, dominación sobre los débiles, autoritarismo y crímenes que ningún género animal podría cometer contra sus semejantes.
Cuando todavía se han oído voces masculinas cuestionando las agresiones, abusos, humillaciones y violaciones sistemáticas a que Gisèle ha sido sometida, hay que preguntarse si no hay algo mucho más hondo, en las raíces, en las entrañas mismas del modelo de sociedad en que vivimos, que es la causa verdadera, el secreto oculto de unas situaciones que no tienen otro nombre que bestialidad e inhumanidad.
Queda por construir un mundo nuevo.
Es absolutamente necesario fomentar un entorno donde se hable abiertamente sobre el respeto y el consentimiento, promoviendo la educación sobre estos temas desde una edad temprana. La prevención del maltrato por sumisión química requiere una conciencia colectiva y un compromiso por parte de la sociedad para erradicar la violencia en todas sus formas. Cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en la creación de un mundo más seguro, donde el respeto y la dignidad sean los pilares de todas las interacciones humanas.

La lucha contra este tipo de maltrato es una batalla que se debe librar no solo en el ámbito individual, sino también en las estructuras sociales, legales y culturales que permiten que estos abusos persistan. Solo así podremos construir un futuro en el que la sumisión química y el maltrato se conviertan en vestigios de un pasado que decidimos rechazar.

 


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