Vidas de santos. Por entregas, tres.

Me había olvidado ya del asunto, cuando, mes o poco más tarde, tratando de esquivar a Don Servando, a la sazón portero titular del edificio, me llamó a capítulo, cuando estaba a punto de escamotearme escalera arriba. Don Servando, tenía encomendada la misión auxiliar de hacer los cobros del alquiler de los inquilinos arrendatarios- como era mi caso. No siendo la primera vez que pasaba, pensé que se trataba de hacerme constar la demora en el último pago mensual, pero no fue así. Allí te trataban muy respetuosamente, pero si te retrasabas en los pagos, pronto te llamaban al orden y salías en la, valga la redundancia, orden del día de la siguiente junta, y te ponían de patitas en la calle- eso sí, con mucha educación.

Con la misma deferencia, aquel "cancerbero" con gorra de plato, me hizo entrega de una nota con un número de teléfono y una dirección.

Han llamado esta tarde y me han pedido que le haga entrega de esta nota- dijo el guardián.

Ante mi insistencia, sólo pudo remarcar que él tampoco sabía nada más.

Aquella noche di vueltas en la cama, pero a la siguiente fueron volteretas y de júbilo. Al parecer me iban a hacer una entrevista para el papel de Don Latino en la obra, que, precisamente, en el teatro de La Latina, próximamente- dijo mi interlocutor-, iban a representar.

Cómo sé que esto no es una broma- pregunté. No estamos para bromas- contestó.

Y me dijo que me aprendiera para la entrevista el primer capítulo de la obra.

Cree que lo podrá hacer- prosiguió. Of course- rematé. No hace falta- dijo secamente-, saber inglés.