Me lo enseñó el tiempo

De niña, soñaba con volar; el tiempo me enseñó que las alas vienen en formas distintas. En mi adolescencia, creí que todo amor era eterno; el tiempo me mostró que algunas historias son efímeras, pero dejan huellas imborrables.

En mi juventud, corría tras objetivos lejanos, rebelde y tan ansiosa por la libertad del futuro, que olvidaba el presente. El tiempo, con su paso lento, me enseñó a valorar cada instante, a encontrar belleza en lo cotidiano.

Ahora, con el cabello canoso y una sonrisa tranquila, sé que el tiempo es un sabio maestro. Me ha enseñado que en cada despedida hay un nuevo comienzo, que en cada abrazo hay una oportunidad de compartir , que en cada palabra sincera hay un nuevo mundo por descubrir , que cada gesto esconde un sentimiento y que la verdadera riqueza reside en las experiencias compartidas. Todo me lo enseñó el tiempo, y yo aprendí a escucharlo y desde ese momento fui más feliz.