INTERMEZZO (2)
Con unos movimientos insinuantes, muy eróticos, se quitó la blusa y se bajó la falda con una oscilación erótica. Sus tetas eran grandes y algo caídas, de mujer madura, pero conservaban un bamboleo de firmeza juvenil mientras se quitaba la falda. Se quedó con su pequeña braguita color carne con puntilla y se sentó frente a mí, antes de su petición, como dije.
Me levanté y me fui a desvestir, pero me hizo una seña con el índice y me dijo, no, sólo el pantalón. Obedecí. Me quedé así. Mi pene estaba duro. Uhhmmmmm, musitó y dijo, ahora quítate el slip y te sientas. Hice como me decía. La polla salió al vacío, pero ya estaba tan empalmado que se mantuvo rígida en ángulo recto. Me la cogió y con un leve empujoncito me hizo sentarme en el sillón. Se levantó de la silla y se bajó la braguita. Al ver su coño peludo, de rizos negros como el carbón, mi corazón comenzó a latir apresurado y mi verga se irguió unos centímetros más. Aurelia se dio la vuelta y me mostró sus glúteos. Se abrió de muslos y cogiendo las dos nalgas las separó como si fuera una sandía. La hendidura se abrió y sus labios verticales asomaron. Yo notaba los latidos del corazón, la saliva agolpándose en mis carrillos, la polla como un fuego. Te gusta, me preguntó. Cabeceé. Mucho, inquirió mientras se pasaba un dedo deslizándolo desde el canal de su culo hasta la raja abierta, introduciendo la punta del dedo en el chocho. Te deseo, respondí, me gusta mucho tu sexo. Quiero follarte. Luego, dijo, primero te comeré la polla y los huevos, y tú me comerás el conejito hasta que me corra, vale. Asentí en una locura de excitación que me dominaba.
Aurelia se sentó en la silla y me cogió la tranca. Me bajó el prepucio hasta abajo del todo, descapullándome completamente. Jugó con mi glande, dándole vueltas. Se impregnó los dedos con el flujo que salía por el agujero de mi uretra, y separándolos ligeramente me mostró los viscosos hilos de mi flujo preseminal entre ellos. Los llevó a mis labios acariciándolos y me los metió en la boca, mientras entresacaba su lengua entre los dientes y los labios.
Yo estaba tan caliente que temí que me iba a correr ya mismo, entre los dedos que acariciaban y jugaban con mi glande. Gemí de placer. Quería dejarme ir con una explosión volcánica de lava seminal.
Acercó sus labios a mis huevos, notaba su aliento caliente en mis pelotas y solté un gemido de placer. Aurelia comenzó a besarlos, chuparlos; primero uno y luego otro. Intenté tranquilizarme y relajar mi respiración para aguantar mi orgasmo lo máximo posible, ya que mi polla estaba a punto de estallar. Con su lengua comenzó a lamer la base de mi tranca que se puso aún más dura. Aurelia notó el espasmo de mi polla que auguraba una eyaculación incontenida y paró. Me besó en los labios y me dijo "todavía no". Me volví loco de deseo y empecé a besar todo su cuerpo, a lamer sus pezones ardientes, a chupar sus tetas. Ella entre gemidos suplicaba " baja más…y cómeme". Metí mis labios en su coño peludo, mojado y abierto. Chupé su vulva mientras ella movía sus caderas en la silla, saboreé despacio su clítoris erecto. Ella marcaba el ritmo y jadeaba. Uuuuuummmmmmhhhhhh...Una tensión irrefrenable empezó a poseer a Aurelia, deseaba correrse en su boca. El pensarlo, hizo que su coño comenzase a latir, mientras él saboreaba su orgasmo. No podía parar de gritar, de gemir pidiendo más. Mi polla era como un volcán. Ella entre gemidos se montó encima mío, mi polla entró deseosa en ese chocho humeante, mientras ella jadeaba moviéndose arriba y abajo. "Fóllame más..." Me dolía mi erección, perdí la noción del tiempo y mi polla comenzó a escupir semen de forma brutal. Ella seguía moviéndose con mi polla dentro que seguía expulsando mis fluidos sin parar y su chocho volvió a latir envolviendo mi polla jadeante. Ambos gemíamos sin control y no sé cuánto tiempo duró aquello, pero fue una de las corridas más larga, intensa y placentera de toda mi vida. Nunca pensé que unas conferencias de trabajo me iban a resultar tan interesantes.
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