Vicentito, el hijito de francisquita, es un chico de 25 años de edad, con pelos en la barba y pelillos en el Boli, según decía él. Todas las noches, cuando su madrecita se iba a dormir, él se dirigía hacía el balcón de la casa, a mirar como se ducha la vecinita de enfrente. Para matar los nervios, daba vueltas y vueltas a una lata de albóndigas, mientras veía las tetas de la vecinita y decía cada dos por tres: ¡Ay, santa isabelita, ay madre mía, ay, ay, no te tapes hija mía! La vecina se llama Marta, aunque diga isabelita, es porque se acuerda de la mujercita que veía enla Comisaríade Policía, cada vez que pasaba por la puerta y la miraba como si fuera un progreso más para la sociedad. Él, todas las noches y puntualmente a las doce, sabía de que su vecina, iba al baño a darse la ducha. Pero un día, su madre le pilló.
- Vicentito, ¿Qué haces viendo a la vecinita?-
- Mamá, mamá, es un progreso para la sociedad, un pequeño paso para el hombre y un gran paso para los ojos.-
- Anda niño, vamos a la cama y deja ya de ver documentales, que se te está subiendo el Armstrong de la leche.- La madre le agarraba de la oreja a Vicentito, mientras la vecina veía lo que sucedía y cerraba la ventana. A la noche siguiente que volvía Vicentito, descubrió que la ventana estaba cerrada, aunque la luz del baño estaba encendida y se decía para sus adentros: Mi mamá siempre la tiene que fastidiar, ya que tenía melones para casa, va y me lo fastidia todo ¡jo!
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