CONTEMPLACIÓN DE ESFERAS EN LA TERCERA FASE

         CONTEMPLACIÓN DE ESFERAS
                EN LA TERCERA FASE

     El ser se aproximó al borde del acantilado y miró hacia abajo. El oleaje bramaba y rompía entre las rocas con unos brazos espumosos de más de quince metros de altura. En las capas altas de la estratosfera un encendido conjunto de brochazos irregulares trazaba cortinas luminiscentes. Estallidos azulados seguidos de broncos ronquidos de resonancia cavernosa le hicieron atemorizarse; los sentidos del ser se combinaron y obtuvo una imagen polidimensional y multitemporal del planeta.
Hubo vida como resultado de los factores sucesivos que tuvieron lugar miles de millones de años atrás. ¿Qué ocurrió?, se preguntó el ser. Reconstruyó con su habilidad imaginativa las condiciones evolutivas y la respuesta le llenó de tristeza.
Los fragmentos y restos minerales que los millones de miniexploradores robóticos fueron analizando permitieron descifrar la naturaleza no casual de las composiciones minerales y reconstruir sus estructuras y posible naturaleza artificial. Una vez encajaron todos los datos en el sistema central de procesamiento asimilado, no cabía duda: partiendo de la vida animal autóctona se desarrolló una de las especies en particular, capaz de trasladarse por todo el globo planetario y utilizar todos los elementos materiales existentes para sus fines exclusivos de vida, hasta llegar a un punto de depredación de todos los recursos, que condujo a una crisis para el desarrollo regular de aquella especie animal, y de todas las otras formas de vida existentes lo que, según aquella hipótesis, habría incrementado la lucha individual por la supervivencia en oposición a la especie en su conjunto.
Tal como revelaron los datos del sistema procesador central de datos asimilados, aquellos especímenes animales habían alcanzado el conocimiento de los eventos fundamentales de la materia cósmica, lo que combinado con la crisis planetaria, que ellos mismos habían creado, hubieron de conducir necesariamente, a la luz de los restos minerales del planeta, a la destrucción de cualquier tipo de vida.
El ser concentró todos sus complejos sentidos en uno sólo y los elevó hacia las alturas lejanas, al Cosmos perpetuo, y su melancolía se transformó en un sobrecogimiento, al escuchar visualmente el cántico luminoso de las esferas, sus tonalidades, tamaños, pulsaciones y movimientos, tan lentos comparativamente, que tan sólo perceptivamente para los entes estelares era posible sentirlos en su interior inorgánico.