ROMPIENDO LAS RUTINAS DE DICIEMBRE
Por Eunoia
Enviado el 15/12/2024, clasificado en Amor / Románticos
256 visitas
En diciembre, las calles brillan con luces y risas. Se respira un ambiente de consumismo e hipocresía que no agrada nada a Clara. Su móvil recibe un mensaje inesperado. La expresión de su cara cambia cuando ve en la pantalla el nombre de Lucas "¿Qué tal peque, intercambiamos un décimo de lotería?" "Traigo uno de Pamplona especial para ti"
Clara y Lucas, amigos de toda la vida, compañeros de clase desde la infancia, se encuentran en un parque lleno de nieve en su ciudad natal. Ambos trabajan fuera y aprovechan diciembre para visitar a la familia. El parque rebosa la vida de la gente, que se siente obligada a vivir la vida que no vive ordinariamente; es la fuerza de unas fechas cargadas de simbolismo que Clara no comparte, pero le gusta la compañía de Lucas. Comparten visiones similares de muchas cosas. Clara nunca ha sabido si hay una emoción distinta hacia su amigo...todo es confuso.
Caminan haciendo crujir los irregulares grumos de blanca y deslumbrante nieve; el frío penetra en las fosas nasales, incluso se nota a través de los gorros, las botas y los guantes.
Intercambian anécdotas, a veces las miradas se cruzan, otras veces se apartan después de unos microsegundos que parecen demasiado largos. Lucas, cuando coinciden las retinas y los labios se curvan en una sonrisa tierna, se siente embarazado, ¿qué chispea en la boca de su estómago cuando se fija en la boca de Clara?
"¿Te apetece un café?", le dice a Clara. Ella lleva los puños cerrados, sus mejillas y su nariz están enrojecidas, retira unos cabellos que sobresalen del gorro y caen por su frente. "Sí", responde alargando la "i" y abre los labios al sonreír; sus dientes blancos, ligeramente separados en el centro, le parecen muy atractivos a Lucas. Él también sonríe; le embarga una felicidad visible. Toma a Clara por el brazo y la conduce hacia la salida del parque, hacia el café del otro lado.
Salen y cruzan la calle. Comienzan a caer de nuevo copos de nieve, irregulares, algodonosos, como escamas de refulgente luz. Lucas abre la puerta del café. Reciben una vahada de calor; el aroma perfumado del café les abre el apetito. Clara se quita el gorro y se sacude la melena castaña, "allí", señala con el índice una mesa solitaria, junto a la ventana. Se sientan. Lucas también se quita el gorro, y ambos los guantes.
El chico se acerca para tomar nota. "Café", dicen ambos al unísono y se echan a reír. "¿Alguna pastita?", pregunta el muchacho. "Ensaimada", pide Clara. "Croissant", dice Lucas. "Muy bien; un croissant y una ensaimada", se aleja, pero Lucas apostilla: "Dos ensaimadas y sus croissants, por favor". El chico se vuelve, asiente con la cabeza y toma nota.
“¡Qué frío. Brrrhhhh! Ya no me acordaba", dice riéndose Clara. "Sí...", responde Lucas; "Y la nieve. Me gusta ver nevar. ¿A ti no?". "Claro", responde Clara. Sus ojos brillan alegres. Lucas sonríe. De repente dice, "Ah, que no se me olvide", y saca el número ver lotería. 56591, lee Clara. Echa mano de su bolsito a cuadros y saca otro número, 58731. "Para ti", le dice. "Mira...", añade Lucas, "Empiezan y terminan igual". Clara, como en una nube mira los décimos y repite, "Igual..., sí, iguales...".
El chico trae los cafés y una bandeja con sus hermosas ensaimadas y dos croissants orondos, como dos lunas crecientes.
"Uhhmmmmm", musita Clara, "¡Qué apetitosas!" Lucas vuelve a reír. También sus ojos parecen ensoñadores; está y no está; se fijan en la mirada de ojos castaños de Clara, en sus labios, las cejas abundantes, los cabellos finos lacios y largos... "Tenía ganas de verte", le dice tras un sorbo de café. Las mejillas de Clara se tiñen de un rosa pálido; sonríe y baja los ojos. "También yo, Lucas..., te echaba de menos..., tantos meses...".
Siguen tomando su café con las pastas. "¿Cuánto te quedas?". Lucas responde que cuatro días; ha de volver al trabajo en la oficina de diseño. Clara mira por la ventana; un autobús pasa despacio cubierto el techo de la blanca capa irregular de nieve, los parabrisas holgazanean cargadas sus raquetas de bandas blancas que discurren a ambos lados. Ha notado un vacío dentro, muy dentro... ¡Cuatro días..! Aprieta la taza y su calor la devuelve al instante, tras otro instante. El reloj de la pared salta de minuto a minutos. Clara termina el último sorbo de café y anuncia que ella va a quedarse; no volverá a la gran ciudad.
Lucas le ofrece la otra ensaimada, "a medias", dice Clara. Lucas sonríe, "está bien, todo a medias, como siempre". En un acto reflejo, los dos estiran la mano hacia el plato, a fin de dividir la pasta en dos; las manos se tocan. Lucas retiene los dedos de Clara. Los ojos establecen contacto y profundizan uno en el otro; esta vez, no se separan. A veces, los ojos, las miradas hablan con una voz silenciosa, su melodía es suficiente. Clara pone sobre la mano de Lucas, la que le queda libre, y se escucha pedir: "esta vez, no te marches". En el pecho de Lucas se ha desatado una tormenta anunciada por un rayo eléctrico en su estómago. La otra mano cruza la pequeña distancia que la separa de Clara y sujeta la promesa que ninguno de los dos nunca se atrevió a pronunciar.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales