LOS TÍMIDOS 2 (FINAL)
Por franciscomiralles
Enviado el 19/12/2024, clasificado en Cuentos
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- ¿Has sido incompprendido? - remarcó Gloria.
- Exacto. No te voy a engañar. En este mundo tan competitivo y tan superficial la gente es cruel, injusta e ignorante. Si te ven inseguro, quienes te rodean aún te pisan más y te tratan de tonto, de pusilánime. Pretenden darse ellos autobombo a costa de ti. Aquí la gente sólo se interesan por ti si tienes una enfermedad física, porque respecto a la mente, para una mayoría es algo etéreo fantasmagórico, a no ser que uno se vuelva loco de remate. Pero te confesaré que yo me decidí a ir a un psiquiatra, para solventar mi problema de la timidez porque me hacia sentir muy mal y éste tras someterme a un exámen con los naipes de Rochard, en los que había manchas y yo tenía que decir lo que veía en ellas, como animales o cosas, se me diagnosticó que tenía una timidez depresiva - contó Esteban ahora serio-. Por eso hay que luchar sin descanso contra este problema; para ser más autosuficiente respecto a esta sociedad y si es preciso defenderte de ella.
- Bueno. ¿Y ahora cómo te va el asunto laboral? - le pregunto Gloria cambiando de tema.
- Pues la verdad es que no me puedo quejar. Estoy trabajando en una Editorial y me han hecho un contrato fijo.
- Eso está muy bien.
- Volviendo con nuestra charla, la timidez es una pequeña neurosis, que si bien tiene una base genética, también ésta se dispara por una mala educación familiar.
- Esto lo he sospechado desde hace años - dijo ella.
- Igual puede ser por una sobreprotección de los padres, o por el contrario que ellos te hayan subvalorado. Sé que esto último ha ocurrido en muchas zonas rurales debido a una acentuada rusticidad del ambiente. Y precisamente en este país siempre han prevalecido los dos extremos.
- Pues en mi caso, yo tengo una hermana menor y mis padres constantemente la comparaban conmigo y a juicio de ellos mi hermana era la mejor. Ella era más linda y más lista que yo. Y era inútil que yo me esforzase en hacer las cosas bien porque mis padres nunca me lo reconocían. En cambio cuando me equivocaba enseguida me lo reprochaban. Llegó un punto en que acabé odiando a mi hermana. Pero esto último, el odio ya lo he superado. Ahora nos llevamos bien - confesó Gloria.
- Algo parecido me ocurrió a mi, pero con los hijos de las amistades de mis progenitores. ¿Y en cuánto a tu vida mundana qué me dices?
- ¿Te refieres a que si he tenido algún novio? Pues no. En una ocasión estuve saliendo con un compañero de la oficina durante un tiempo, que en principio parecía que era muy simpático, pero en la medida que lo iba conociendo vi que era un hombre muy tacaño; y también no hacía más que hablar de su madre. Al final tuvimos una dscusión y dejjamos de salir.. Luego él se fue a trabajar en otra empresa y ya no he vuelto a saber nada más de él.
- Mira. Si alguna vez te topas con alguien presuntuoso, no le hagas ningún caso. porque esta actitud es una máscara para impresionar, y lo único que esconde es pura miseria y miedo. ¿Comprendes?
- Sí. Lo tendré en cuenta.
Esteban bebió de su copa y posteriormente propuso:
- Muy bien. ¿Qué tal si el próximo sábado vamos al cine?
- Ah. Si... bueno... Si tú quieres...
Poco después la pareja abandonó aquel local para regresar a sus respectivos hogares. En el entretanto Gloria se sentía muy relajada y pensó que ella no era ninguna mujer antipática, ni bicho raro como mucha gente se había empeñad en hacérselo creer.
FRANCISCO MIRALLES PÉREZ
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