Confidencias a medianoche (3ª parte)
Por Jerónimo
Enviado el 26/12/2024, clasificado en Adultos / eróticos
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Ahora empezó a narrar su historia Susana, contándonos cómo se había acostado con dos desconocidos. Éramos todo oídos.
Resulta que, para avivar su matrimonio, algo apagado, ella había accedido a ver porno con su marido. Así, pensaba, sabría también lo que más le excitaba y no se atrevía a confesarme. Es cierto que el cine porno no me decía nada, pero todo fuera por recuperar la alegría en la cama.
Mi marido no tenía gustos muy especiales, le excitaba ver a dos mujeres haciendo el amor, los tríos...nada nuevo. Sin embargo, noté que las cintas que más ponía estando conmigo eran de dos hombres tirándose a una mujer y tampoco me parecía que fuera lo que a él más le ponía. Tal vez lo hacía para que me gustaran más ese tipo de películas, pues ver a una mujer atada y azotada, por ejemplo, no me decía nada, sexualmente. Creo que él pensaba que dos hombres tirándose a una puta sería más estimulante para mí.
He de confesar que el hecho de que casi todas las noches viéramos porno empezó a alterar mi visión de la realidad. Era como si ese mundo se apoderara de mis pensamientos y, cuando salí a la calle, miraba a todos de un modo diferente, imaginándolos como actores de alguna película que acababa de ver.
Y eso terminó por llevarme a hacer el trío. Estaba en una fiesta con unas amigas de la oficina. No recuerdo qué celebrábamos, pero nos habíamos apropiado de la pista de baile y nos movíamos sin inhibiciones. Confieso que siempre resulté atractiva, por mis formas redondeadas pero, bailando, sacaba lo mejor de mí y no pocas veces había ligado en una pista de baile estando soltera.
Así que no me sorprendí al ver que un tipo, en la barra, no me quitaba la vista de encima. Cuando me tomé un descanso, el hombre vino a presentarse, alabando mi manera de bailar y confesándome que le parecía muy atractiva. Me dejaba mimar, disfrutando de sus atenciones, cuando se unió a nosotros su amigo. Me invitaron a unas copas y, cuando mis amigas me anunciaron que se iban ya a casa, me encontraba tan a gusto con esos desconocidos que decidí quedarme. Por el momento, nada raro se me había pasado por la cabeza, pero después de un par de copas más, empecé a pensar en ellos como si estuviéramos a punto de rodar una escena porno.
La idea me pareció absurda y graciosa pero, dentro de mí, fue tomando forma hasta el punto que empezaba a imaginarme en la cama con ellos.
Salimos del local y caminamos por la calle en busca de otro lugar dónde seguir la noche cuando, al pasar frente a un hotel, uno de los hombres me dijo si me gustaría subir con ellos a una habitación. Me quedé sorprendida de su atrevimiento y también al ver que mi fantasía podía hacerse realidad. Era una experiencia que no dejaba de atraerme desde que lo había visto en las pelis porno. Sabía que no era lo correcto pero tal vez no se presentara otra oportunidad. Además, bajo los efectos de todo lo que había bebido, terminé por aceptar.
Nada más entrar en la habitación, uno de ellos empezó a besarme. El otro, detrás de mí, me mordía el cuello mientras me despojaba del bolso y abría la cremallera de mi vestido. Cayó al suelo de inmediato y noté cómo a esos tíos les encantaba lo que estaban viendo: no llevaba sujetador y mis bragas eran diminutas, de color rosa. Mis medias negras llegaban hasta la mitad de los muslos y, con los tacones, estaba realmente apetecible.
El hombre frente a mí redobló la pasión con que me besaba, mientras el otro empezaba a tocarme las tetas y presionaba con fuerza su pene erecto contra mi culo. Estaba disfrutando de lo lindo. Aquello superaba cuánto había imaginado en mis sueños más húmedos.
El tipo de detrás me volteó de pronto la cabeza para poder besarme en la boca también, lo que aprovechó su amigo para chuparme las tetas y empezar a restregar su mano por mi vagina, aún con las bragas puestas.
Sin detener su lengua dentro de mi boca, el hombre se bajó el pantalón, apartó mis bragas hacia un lado y entró decidido en mi vagina. Lancé un gemido agudo de placer y el otro, entonces, metió sus dedos también dentro de mi coño. Sentía que todo me daba vueltas, mis piernas flaqueaban mientras que una corriente imparable recorría mi cuerpo de arriba abajo.
Como la posición no era muy cómoda, entre los dos me llevaron a la cama. Uno de ellos se acostó boca arriba me invitó a sentarme encima de su polla, tiesa como un mástil. Así lo hice, consiguiendo que su miembro entrara dentro de mí hasta el fondo. El otro, me inclinó hacia delante, de manera que el que me estaba follando pudo besarme de nuevo con frenesí. Estaba gozando como nunca y aún faltaba algo más. El tío a mis espaldas lubricó mi ano con abundante saliva. Iba a conocer lo que era ser follada por el culo.
Me penetró despacio al principio, dilatando mi agujero. Pero cuando comprobó que el trabajo estaba hecho, me embistió con la furia de un animal. De hecho, me estaban tratando sin ninguna delicadeza. No eran dos amantes considerados y delicados, eran dos tíos tirándose a una zorra que había aceptado su invitación.
El tipo que me estaba follando por el culo me agarró de pronto el pelo y tiró de él bruscamente, arqueando mi cuerpo. El otro aprovechó para magrearme las tetas, pellizcando y manoseando a su antojo.
- Vaya zorrona, tío, dijo uno de ellos.
- Te voy a reventar, dijo el otro.
Estaban realmente cachondos, pero ni la mitad que yo, que en ese instante me corrí salvajemente haciendo que el tipo sobre el que estaba sentada no pudiera evitar hacerlo también. Pero el de detrás seguía furioso intentando reventarme de verdad. Sus acometidas eran tan fuertes que sonaba su vientre con un chasquido seco cada vez que me embestía. Aguantó esa intensidad al menos un par de minutos más hasta que explotó dentro de mí.
Nada más terminar, de vistieron y se marcharon.
- Tienes la habitación pagada, puedes quedarte toda la noche.
Y eso fue lo que hice. Estaba demasiado agotada como para pensar en ir a mi casa. Me di una ducha y me acosté en la cama. Aún olía a semen y a sudor, pero eso no me impidió dormirme enseguida. Y colorín colorado...
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