CUENTOS BREVES (del manual de la masturbación)

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                     CUENTOS BREVES
           (del manual de la masturbación)

 

 

                                  (2)

                        FETICHISMO

 

 

     Brenda tenía una pasión fetichista y la compartió con Bruno Whishazer. Brenda era la primera bailarina del ballet nacional en Zagreb y cuando Bruno fue contratado intimaron rápidamente, pues sus antepasados eran de etnia gitana. Una noche, tras el éxito de la representación de Las zapatillas rojas, Bruno la llevó a un local de striptease en un barrio de la zona rosa de la ciudad.

Brenda y él bebieron mucho y Brenda le comentó entre bromas subidas de tono la que era su oculta inclinación sexual. Bruno sintió inmediatamente un frenesí y un irresistible ardor sexual. Imaginaba las escenas sexuales con Brenda. También esta estaba sintiendo el hervor de la sangre, el deseo libidinoso, y le invitó a su casa.

Inmediatamente de llegar al piso, Brenda se desnudó y se vistió con el tutú y las primeras puntas de danza que utilizó en su estreno en París... y salió del baño vestida exclusivamente con ellos. Bruno se echó a reír cuando la vio en paso de danza, sobre las puntas de las zapatillas, con los senos pequeños y delicados al aire. Ella se rió también y se acercó a él. Bajo el aro dorado de puntillas giró varias veces, dejando ver sus pequeñas nalgas musculosas y el depilado bajo vientre, donde un huesudo monte de Venus escupía reflejos de luz en cada vuelta.

Bruno cautivado por la vista sexual, presa de un frenesí incontrolable, la atrajo hacia sí y comenzó a besarla llevado por un paroxismo salvaje. La estrechaba y se apoderó de sus labios, metió su lengua en aquella boca cálida y acarició el paladar, llevándose consigo un río de saliva. Brenda estaba tan excitada que sentía un chorrito de flujo en medio de su apretada raja, cubriendo sus labios vaginales. Estaba completamente arrebatada. Mientras Bruno chupaba su lengua, atrapada entre los labios, Brenda asió por encima del pantalón el pijo endurecido de Bruno. Éste se abrió la bragueta y sacó el cipote grueso y rígido. Brenda se agachó y comenzó a chupar y lamer la dura rama caliente. Bruno acarició los diminutos pezones de ella, casi infantiles, pero salidos como botones.

Encendidos de fuego sexual se tumbaron sobre el suelo de parquet y Bruno separó los muslos de Brenda metiendo su cabeza por debajo de la faldilla redonda y mientras ella le hacía la mamada, él le comía el pequeño y estrecho coño por el que salía líquido sexual incesantemente. Bruno relamía la golosina salina del clítoris de Brenda. Ella sorbía el glande y la gruesa polla de Bruno y su saliva retornaba a sus dedos aferrados, bajaba desde arriba del cilindro de carne ardiente resbalando por la longitud venosa hasta abajo, cayendo desde la muñeca al parquet. Con un estallido de placer conjunto Brenda se corrió salvajemente entre los labios chupadores de Bruno, y éste con un espasmo violento dejó salir el manantial de semen en la boca de Brenda. Cuando la leche cesó de fluir, Brenda la dejó escurrir desde sus labios hasta las tetitas, dejando que gotease hasta el suelo de madera noble con un ligero sonido intermitente. Bruno saboreó el flujo de la vulva estrecha y ardiente de Brenda sintiendo el olor vaginal y tragó sonoramente el néctar de la primera bailarina del ballet de Zagreb.


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