"LA CLEPSIDRA MIDE EL TIEMPO"
(Mika Waltari)
Para cada persona el tiempo de la vida es limitado. Es escaso sin que apreciemos su importancia verdadera. Lo dejamos escapar, como dejamos huir de nuestra mirada el maravilloso brillo de las estrellas. El Cosmos estelar es inmenso y asimismo el tiempo es inmenso a nivel cósmico. El espacio-tiempo es, además de incomparable con la vida humana, difícilmente asequible para asimilar a escala personal.
Con el dominio de los denominados teléfonos inteligentes, el cómputo del tiempo, la apreciación del paso del tiempo se ha hecho prácticamente invisible. Las culturas de las épocas anteriores ingeniaron formas diversas para mesurar el paso de las horas del día terrestre, relojes de sol, de arena o clepsidras, hasta que los avances de la técnica permitieron la llegada de relojes mecánicos de cuerda. Al contemplar mediante todos ellos el transcurso del tiempo, se hizo visible también con mayor y lacerante claridad su agotamiento, su fuga, su pérdida, y con ello la fragilidad de la vida humana, su inevitable finitud.
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