Me embrujaste con tus pantis verdes (2ª parte. Final)

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Se desacopló de mi verga, se arrodilló y de un solo bocado se engulló toda mi tranca. Me estuvo follando con su boca, a buen ritmo un buen rato. Hasta que ya no pude aguantar más y me descargué todo en ella.

Estuvo un largo espacio de tiempo con mi rabo acoplado en su garganta.

Poco a poco se lo fue sacando mientras me lo exprimía y ordeñaba, para no dejar restos de semen perdidos ni fuera ni dentro de mi falo.

Una vez mi polla estuvo fuera, Sonia juntó los labios e hizo por espacio de 30 segundos el gesto de estar enjuagándose la boca con un colutorio.

Luego, a cámara lenta, se fue tragando mi lefa, saboreando centímetro cubico a centímetro cúbico con gran meticulosidad.

Hasta que por fin, abrió la boca y me la enseñó totalmente limpia de restos espermáticos. La yergo y nos damos un morreo apasionado.

Ya en casa, mientras miramos una película o un documental, Sonia espera a que yo le haga un buen masaje en los pies.

Con mis manos y boca le acaricio, beso y lamo cada uno de sus diez deditos.

En las plantas de los pies intento localizar los puntos erógenos que la vuelvan a encender.

Con los dedos de mis manos y mi lengua, palpo y lamo con fuerza allí en donde noto que empieza a gemir con más profundidad e intensidad.

Me da igual si sus pies están limpios y frescos después de un baño con emolientes o si están recién descalzados después de una buena caminata de tres horas.

Los saboreo y chupo con la misma pasión y dedicación.

La cara de agradecimiento de Sonia bien lo valía.


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