Cogiendo en un callejón

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¡Hola! Mi nombre es Aida y tengo 22 años, a pesar de esta edad he tenido bastantes experiencias calientes ya que he de decir soy bastante promiscua; una verdadera zorrita. Mido 1.59 y peso aproximadamente 45 kilos, trasero firme y redondo con unas tetas pequeñas pero deliciosas. Me gusta dar y recibir sexo oral y el sexo duro, y junto con mi pareja actual he cumplido alguna de nuestras fantasías, les contaré la primera que cumplimos.

Una noche, saliendo de la universidad fuimos a cenar y tomar unos tragos. Estando ahí nos echamos miradas candentes, comentarios obscenos, toques discretos por debajo de la mesa y el alcohol haciendo efecto en nuestra mente salimos de ahí inmediatamente para dirigirnos a un hotel y tener una buena noche de sexo.

Caminando, pasamos por una calle sin alumbrado y con un callejón lo bastante obscuro para brindarnos la privacidad que necesitábamos, poco transitado y medio ebrios era la joya para cumplir la fantasía de hacerlo en un lugar como ese.

-Cielo, ¿qué te parece este lugar para hacerlo aquí? - me preguntó al oído con una voz grave y sexi.

-Me encanta, quiero que me cojas aquí mismo ¡YA! - Le dije excitada y necesitada de él.

Entramos al callejón y en cuanto la obscuridad de las paredes nos cubrió me presionó contra la helada pared, y sus labios empezaron comiéndose los míos, mordiendo y haciéndome gemir. Bajó hambriento hasta la curva de mi cuello y lamió, succionó un poco y desabotonó mi blusa para exponer mis pechos aún bajo el sostén negro que llevaba esa noche.

Sus manos apretaron y arrancaron otro gemido que salió de mi garganta, sus dientes mordieron mis pezones una vez que termino de quitar el sostén.

-Ahhh, apuesto a que puedes morder más fuerte- le dije de forma provocativa.

Soltó una risa de excitación e inmediatamente sus caricias se volvieron más salvajes, mordió hasta que se volvió doloroso y gemí más para él. Apretó mi trasero aún bajo los pantalones, metiendo su mano y dándome unos azotes que dolieron y generaron placer.

Yo no podía estar más mojada y sus dedos se deslizaron fácilmente dentro de mí. Metió dos de sus grandes dedos y comenzó a moverla rápidamente, se podía escucha como entraban y salían a causa de la humedad, mis gemidos se habían cada vez más altos (lo cual podía ser peligroso porque podían descubrirnos) así que me tapó la boca con la mano que tenía libre y siguió con esa placentera tarea.

-Mmmhhmmm - No podía contenerme más, sus dedos se movían tan bien que estaba cerca del orgasmo, cosa que él notó e inmediatamente se detuvo y sacó sus dedos de mí.

-Como te atreves, dame más, anda, ¡no me dejes así!- Reclamé ante la falta del placer que me estaba dando. Por reclamar no me di cuenta en qué momento sacó la verga de su pantalón, dura y lista para mí.

-Cállate y come - Me dijo tomándome del pelo y poniéndome de rodillas ante él. Tenía su falo completamente erecto en mi cara, abrí la boca y empecé a darle una mamada, lamí y chupé todo con mucha maestría, recorría las marcadas venas con la lengua y succionaba la punta de su pene.

-Tienes una boca bien rica, me gusta cuando te pones zorra conmigo - Me dijo con la voz entrecortada a causa del placer.

Interrumpí mi tarea para decirle: es que me provocas mucho, me calientas y quiero ser zorra para ti. Continúe y ahora la mamada era controlada por él con la mano en mi cabeza. Embestía mi boca cada vez más rápido y más fuerte, gemíamos y con una mano empecé a frotar mi clítoris, todo era delicioso y generaba placer.

De vez en cuando las luces de un carro que iba pasando nos causaban un poco de temor, pero eso solo agregaba adrenalina. Detuvo la mamada y lo mire traviesamente, abriendo la boca como una invitación a que siguiera y se corriera ahí mismo, pero esto no había terminado. Escupió en mi boca y me puso de pie.

-Me gusta tu boquita, pero prefiero correrme aquí- Dijo mientras metía su mano nuevamente a mis pantalones y sentía lo húmedo que se encontraba mi coño.

Me puso de frente a la pared e hizo que me sujetará a ella con las manos, quedando así mi trasero a su vista. Bajó mis pantalones, hizo a un lado el tanga de encaje y sentí como esparcía mis fluidos con la punta de su verga a lo largo de todo mi coño, se frotaba y me hacía desearlo, tanto que moví mi cadera queriendo que la metiera ya.

-Dame, métela papi, estoy lista para ti. - Le dije con una voz muy urgida.

-Te voy a coger como te gusta.

Me azotó y de una sola estocada la metió entera, su grande y gruesa verga entró en mi coño, lo que me hizo gritar de placer.

-Shhh, nos van a escuchar. Estás bien rica, estás muy mojada.

Cuando dijo eso empezó a entrar y salir de mi cada vez más rápido, sus manos apretaban mis caderas y azotaban tan duro que quedaron marcadas.

-Si, así así así, dame más, ahhhhh.

No podía dejar de gemir, el placer me tenía pérdida, sus movimientos eran bruscos, salvajes y castigadores. Podía sentir el dolor que causaba su pene en mi interior al golpear, pero no me importaba, cada vez se hacía más y más fuerte la sensación del orgasmo.

-Estas a punto verdad, estás aún más mojada.

-S.ss.ssii así dame, casi termino.

Una, dos y tres embestidas duras bastaron para hacerme terminar y para que él se corriera en mi interior. Pude sentir como se vaciaba dentro de mí y como se mezclaba con los fluidos de mi propio orgasmo. Dio un último azote que hizo arder mi piel y salió de mí.

-No nos iremos hasta que me dejes limpio- Me dijo, por lo que me volteé y puse de rodillas para limpiar los restos de semen en su pene con mi boca. Sabía a mí y a al placer que me había dado.

Subí mis pantalones rápidamente y recuperé el equilibrio y la respiración luego de tan intenso orgasmo. Me arregle le blusa y salimos cuidadosamente de ahí, procurando que nadie nos viera.

Seguimos caminando para seguir la noche, pero ahora en su departamento….

___

Espero les guste está primera anécdota caliente de las muchas que tengo ;)


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