PARA...
CON EL FIN DE...
HAN DESARROLLADO...
ALCANZAN UNA PERFECCIÓN...
Que duda cabe que la curiosidad humana ha sido uno de los acicates más importantes para el desarrollo del conocimiento. La búsqueda de explicaciones para cuanto nos rodea, ha impulsado a toda la familia homo hacia un avance que ningún otro género animal es capaz de lograr. En ese desarrollo, nuestra especie y otros sapiens predecesores han contado con una capacidad extraordinaria e inigualable, la imaginación. La habilidad para generar imágenes mentales, como medio para llegar a conclusiones y explicaciones a cuanto sucede a nuestro alrededor, nos ha permitido el nivel de comprensión del universo material, así como la demostración práctica de las ideas que nuestra poderosa mente ha proyectado acerca de la realidad.
No obstante, entre las limitaciones con las que cuenta nuestra mente reflexiva hay una de raíz. Se encuentra en esa misma y propia facultad de buscar y generar explicaciones a cuanto sucede. Si la imaginación es un instrumento poderoso para la comprensión del mundo material, también puede convertirse en una herramienta tosca, aplicada de manera especulativa, indiscriminada e inconscientemente apriorística; como explicación que suple al verdadero y comprobable conocimiento científico, algo con lo que resolver los vacíos, una respuesta fácil y cómoda a los interrogantes no resueltos; algo con lo que rellenar los huecos del conocimiento. El mayor peligro de esto es que convierte la imagen subjetiva en respuesta objetiva, y se difunde como verdad científica lo que es mera incapacidad para ahondar en un mayor análisis y posterior recomposición del conjunto de hechos a explicar positivamente.
En teoría evolutiva su resultado ha sido la formulación de la teoría sintética, el catecismo hiperseleccionista y la adopción de la idea del diseño perfecto.
En lugar de contemplar en los resultados temporales el poderoso elemento del azar, el inesperado papel que juegan las circunstancias aleatorias imprevistas y la interacción con las demás condiciones, dentro de las leyes generales físicas y químicas en que se mueve el desarrollo de la vida, se echa mano de explicaciones de tipo preconcebido. Cuando se observa la adaptación temporalmente sincronizada entre una especie y su medio, de un órgano, una capacidad o habilidad desarrollada concreta de que se sirve tal o cual espécimen u organismo concreto, se suple con frases tradicionales, cuyo referente es puramente místico: es para esta o aquella función; se ha desarrollado con el fin de... Y la conclusión mágica con la cual se da la puntilla a toda ciencia: la perfección. La naturaleza tiene por fin, según está metodología medievalista todavía inserta en la divulgación científica para masas, alcanzar la perfección. Es decir, devolvemos el conocimiento científico a las tinieblas de un supuesto plan o proyecto metafísico. Se sustituye la explicación racional y empírica por un mecanismo ahistórico. En lugar de la realidad biológica como un complejo de interactuaciones, causales, entre las cuales figuran imprevistos factores fortuitos, que hay que desentrañar con la lógica y la dialéctica, se acude a la contemplación maravillada de la realidad percibida. Se olvida completamente que todo cuanto existe es un eslabón de una larga cadena de causas y efectos, una escalera sin final, en la cual nuestra limitación analítica es inevitable y las "verdades" de hoy serán suprimidas por una proyección correctora incesante.
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