Una pareja de sumisos me sorprende (I)

Por
Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
2906 visitas

Marcar como relato favorito

Tocó el teléfono y viendo quién era ya me enojé.

- Ya te dije que en el es para que me llames por aquí...
- Perdón, disculpe, disculpe, pero es importante.
- Importante para vos, para mí que se joda. Bueno, ... entrá en el canal a las nueve.

Era uno de los mansitos que mantengo controlados. Claro que me dejó intrigado. 
Entonces a las nueve entré en el canal mal conteniendo mi excitación, pero intentando en el demonstrarla, abrí un privado y comenzamos a charlar.

Directo al punto fue así:

- Se acuerda usted señor que le dije que mi mujer quería ser dominada? Bueno, charlamos bastante, decidimos que queremos ser sus esclavos, señor.

Eso de 'señor' es idiota y en el fui yo quien lo exigió, más bien él creyó que fui yo y listo, a él le gusta. 

Gracioso porque además de ganar mucho más que yo y su cargo ser más pomposo, Ro me buscó, hasta donde yo sé, bajo el consentimiento de su señora esposa. Él es bien blanco y flaco, de cabellos castaños y cortos, cara alargada y huesuda como su cuerpo, conmigo de ojos excitados y asustados a veces, aunque digan que es un gestor exigente y etcétera...

Su mujer, por lo que sé, es gerente de un área comercial de la misma empresa.
Pero parece que quería este tipo aquí que les escribe para pisar su auto-estima y tener un sexo loco, miren ustedes.

Hicimos otra llamada para hablar de reglitas y... a mí me pareció que ella sabía más de lo que aparentaba, y tenía claro lo que quería: dejarme hacerle todo lo que yo quisiera, con él mirando, básicamente. Solo se negó en un par de cosas que a mí tampoco me excitan, así que estábamos bien conversados.

Por más extraño que les pueda parecer, hago todo lo que mis esclavos me piden, sólo tengo que entender lo que desean y en el dicen, y ahí vale la regla de oro de la palabra clave para interrumpir al instante.
Hay momentos de dolor y placer, pero siempre hay límites y lo importante es que las reglas sean claras. 
No vas a fumar en la cara de un tipo con asma, por ejemplo, a menos que quieras interrumpir tu jueguito e ir parar al hospital...
Y con las reglas claras, mis esclavitos se babean todo y te piden más de lo que te esperás.

Yo seguro iba a divertirme, me encantan parejas sumisas, además de ser la oportunidad de conocer la pareja de Ro que me intrigaba.

Llegué a la cita un poco antes de ellos. Es un departamento prestado/alquilado de un conocido, y lo dejé todo listo.
Para que en él se preocupen con nada dejé listas todas nuestras necesidades alimentares, para que en el digan que soy un insensible.

Por las 7 de la tarde Ro llegó con Ma, su mujercita, bajita, de piel tostada por las eras, muy latina ella, nariz pequeña, mirar penetrante y malicioso, cabellos cubriendo los hombros, sonrisa linda, pechos casi saltando del top, tatuaje en el brazo derecho - y más tarde descubriría otros. Nalguitas llenitas y culito saliente, llenita pero bien puesta.
Tenía un vestido azul con una larga pollera branca y un top por abajo del vestido. Medio abierto porque le encantaba mostrarse.

Ro me la presentó sonriente, nos presentamos y les di 30 minutos para una ducha y prepararse, en él iba a tolerar desobediencia. 
Ella sonreía, pero parecía seria.
Se fueron a lavarse y cambiarse la ropa. Ro volvió de calzón como ordené. Le di un besote y lo senté en la silla de la sala.

Cuando Ma entró en la sala, él ya estaba atado con los brazos para atrás, sin poder mover las piernas y de boca muda con una ball gag negra en la boca.

Ella estaba de bombachita negra, una minifalda rosa, su obligo danzando, una blusita de renda donde asomaban sus grandes pechos, bien perfumada. 
Sus ojos negros brillaron cuando vieron a su esposito atado.

Me senté en el sofá y mandé que venga. Ella vino seria, moviendo las caderas porque así era su cola, mostrándose en su minifalda corta.
Se agachó besándome largamente con Ro mirando y gimiendo. La besé acariciando su sexo, sintiendo que comenzaba a mojarse.
Ella aprovechó para mirar al maridito que gemía. Me levanté sin aviso y sujetándola de los senos, mandando que se agache hasta quedar a la altura de mi pija.

Yo de jeans, un miembro duro y pulsante en mi bragueta, pero quería que sintiese mi presencia, y así la iba a dejar más fogosa.

La dejé un tiempito apretada en mi pija, levanté su blusita de renda, tomé un clip y se lo puse en los mamilos. Primero reclamó un poquito y después suspiró hondo. Pero en el me olvidé de su pedido, agarré el latiguito, y lo bajé firme en sus nalgas.

- Cada vez que reclames, el látigo zumba! Y si continuás es en las mejillas!
- Sí señor! - Dijo, y le di otro para ver si ya era una lección aprendida. Pareció incomodada, entonces la dejé así de cuatro en el sofá, enfrente a su maridito impotente que gemía, le saqué la faldita y comencé con nalgaditas suaves, después más fuertes, acompañadas de golpes del látigo en las piernas. Después de la sesión 'controle su gozo' fui a ver la conchita, ella arrullándose en mis caricias como un gatita siamesa muy putita. Ya estaba loca para darme esa concha, pero iba a dejarla todavía un poquito más loca...


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed