A TI, AMIGA
A ti amiga, que en estos meses eternos has dado contenido a la maraña de mis enredados sueños, has dotado de sentido compartido al ígneo, al encrespado latido de mi cuerpo. Para ti, algo de mí ha tejido el hilo de Ariadna que une nuestra aventura diaria con el viaje onírico y el aterciopelado vuelo, el espumoso velero, el camino de hierro, el alfombrado suelo dorado, los árboles testigos de nuestros secretos... hermandad de las farolas enamoradas del primer rayo de sol huérfano.
Tú me has conducido con el guante carmesí que besa la palma de tu mano a los ocultos manantiales, las fuentes chispeantes; me has revelado el magnetismo de los húmedos besos, la delicadeza de los gestos destellando en las llamas ardientes del deseo. La furia desatada de los dulces néctares y los aromáticos licores entre los eslabones de los abrazos.
¿Qué serían, adónde conducirían, qué brújula guiarían, qué placeres ignorarían, si no siguieran embelesados tu sagrada túnica y tus velos sacerdotales, los pies alados que me regalaste?
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