Una mansión que acoge infinidad de orgías (5) (2ª parte)

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-Se abre la sesión. El primer punto del día es reflexionar sobre si Dios existe o no existe. ¿El Big Bang fue un hecho natural y casual? ¿El universo es autosuficiente? ¿La energía y la materia son la causa incausada, el primer motor, y por lo tanto son eternas e increadas? ¿O es necesario acudir a un ente divino para explicar el fenómeno del cosmos y de la vida? ¿A un Ser inmaterial, aespacial y atemporal? ¿A un dios omnipresente, omnisciente, omnipotente (el cual no es capaz de vencer a Lucifer), y omnibenevolente (el cual permite los terremotos, maremotos, las pandemias, los tumores, la muerte por desnutrición de niños de cinco años, la muerte por cáncer de niños de ocho años, y un largo etc.)?

Si aceptamos esta última propuesta contradecimos la Teoría de la Navaja de Ockham, que trata de no multiplicar los entes de forma innecesaria. Si la astrofísica y la biología explican con claridad y con todo lujo detalles el origen del universo y el de las especies, no tiene ningún sentido el quitarse de la chistera un ente imaginario, llamado Dios (el cual nadie a podido demostrar su existencia de forma empírica y objetiva), y endosarle a él los atributos que por ley le corresponden al universo.

Doña Luz, que es una marquesa cuya familia heredó el título nobiliario de un antepasado del siglo XVI, le hizo una señal a una mujer de 35 años con un colgante color gris, para que se acercara a ella. Doña Luz tiene más de setenta años. Viste a la moda decimonónica. Parece sacada de una serie de época, pero cuando se suelta es muy guarra.

-Mientras el presidente nos honra con su elocuencia y erudición, introduce tu cara en mi entrepierna y me alivias un poco, que estoy muy salida –le sugiere doña Luz a la mujer–. Si eres de categoría Gris debes tener el coño y el ano muy irritados y doloridos, pero la boca la tendrás descansada. Así que, las dos horas que va a durar este Cónclave te las vas a pasar comiéndome el berberecho y provocándome unas buenas corridas, ¡cacho puta!

La chica obedeció a su ama y bajando al pilón, le lamió el coño todo arrugado y canoso a la momia calentorra, sorbiendo y tragando todos los jugos que doña Luz iba soltando.

El arzobispo seguía con su exposición:

-Porque si todo debe tener una causa y por lo tanto el universo, la energía y la materia no pueden ser su propia causa, ¿por qué ese ente imaginario llamado Dios sí lo puede ser? “El Gran Diseñador no puede ser diseñado. El Creador no puede ser creado”. Dicen los ignorantes y pacatos de mentalidad cuadriculada. Están empeñados en infravalorar el inmenso poder del cosmos. En empequeñecer los misteriosos atributos del universo. Todo lo hacen para engrandecer a su Dios, que es lo mismo que decir a su ego, su vanidad y su soberbia. “El universo no es eterno, tuvo un comienzo y tendrá un final” dicen, “Pero nosotros, los humanos, sí somos eternos”. ¿Hay mayor acto de estupidez y de engreimiento?

De todas formas, aunque aceptáramos a un Ser Supremo, esa postura nos llevaría al deísmo o al panteísmo (el universo es Dios, no busques fuera), pero de ahí a aceptar los diversos teísmos revelados hay un trecho muy grande. Las doctrinas politeístas y monoteístas son demasiado infantiloides para tomarlas en serio.

Así que, votemos ya. ¿Votos a favor de la existencia de Dios?

Nadie levantó la mano.

-¿Votos en contra de la existencia de Dios?

Los 21 miembros del Cónclave levantaron la mano.

-Primer orden del día solucionado. Dios no existe. Eso es una realidad objetiva. Pero ahora toca abordar el segundo orden del día. ¿Nos conviene seguir fingiendo, y en público aceptar la existencia de Dios? ¿Seguir adoctrinando al populacho en el temor a Dios? ¿En imponer en sus planes de estudio la creencia en un Santa Claus para adultos, que premia y castiga según nuestros actos? Yo creo que sí. Nuestros privilegios como nobles, aristócratas, burgueses, terratenientes, etc., estuvieron y siempre estarán al lado del Trono y el Altar. Necesitamos que el populacho, que en su mayor número es ignorante y supersticioso, se ponga de nuestra parte, aun comprando su complicidad (a precio de saldo, por supuesto).

Si no, los jacobinos, anarco-bakuninistas, bolcheviques y marxistas-trotskistas nos volverán a despojar de nuestras pertenencias y privilegios. Así que, ¿es conveniente instruir al populacho en la creencia en alguna forma de divinidad, que le inspire miedo y respeto y proteja al statu quo?

Todos levantaron la mano a favor de crear un plan de estudios para someter al pueblo, desde una muy temprana edad, a una autoridad divina (que es humana, y tan humana, la de los poderes fácticos), la cual sirva para blindar los intereses y privilegios de las clases altas y el de las castas.

-Bien, pues pasemos al tercer y último punto del día. El de repartir títulos y méritos a los asociados que hayan conseguido subir de categoría.

Muchas personas subían de la categoría Rojo a la Verde, de la Azul a la Gris, etc.

La chica que se estaba manducando la panocha de doña Luz se sorprendía de que esta soltara tantos caldos, unos efluvios riquísimos para mayor sorpresa, pues se sabe, que con la edad, la mayoría de mujeres sufren de sequedad vaginal.

Cuando le tocó el turno a esta mujer-esclava para recoger su titulación, que le reconoce su paso de la categoría Gris a la Marrón, se irguió, y con toda la cara llena de moquillos vaginales de la vieja (los labios los tenía muy enrojecidos al estar casi dos horas comiendo almeja), se dirigió al estrado.

Una vez acabado el acto, el arzobispo se dirigió a uno de los chicos que tenía un colgante negro y le comentó que quería romperle el culo. El chico, por supuesto, aceptó.

El resto de directivos y la chavalada Regresada formaron un corro alrededor del arzobispo seboso y el mancebo de categoría Premium. Don Pelayo, que así se llama el arzobispo, se acostó en una colchoneta y mandó al chaval que le soplara la polla, la cual tenía desinflada, para que se la pusiera a tono.

El jovenzuelo, más que soplar propiamente dicho, lo que hacía era masticarle el rabo para que cogiera la robustez y dureza oportunas, para una vez conseguidas ambas cosas, meterse el mástil del arzobispo por el culo de una asentada, pues el culo el mancebo lo tenía lubricado y bien abierto de antemano, ¡el muy maricón!

Al cuarto de hora de estar saboreándole la polla al arzobispo, esta ya estaba bien erguida y dura. Andaría en los 17 cm de larga por 13 cm de perímetro. El chaval se sentó en cuclillas sobre el falo de don Pelayo y de tres empellones se lo tragó entero por el esfínter.


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