Hacia nuevos placeres (Final)

Por
Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
2525 visitas

Marcar como relato favorito

Al entrar, caminamos por un pasillo oscuro donde, cada pocos metros, de abría un espacio con sofás alrededor de una mesa donde había gente follando abiertamente. Hombres con mujeres, mujeres con mujeres, dos parejas, tríos... Yo miraba sorprendida y Tere me explicó:

Esto es el paraíso. Puedes hacer lo que te apetezca con quién quieras, unirte a un grupo, formar el tuyo propio, beber, colocarte, practicar sado... No hay más límites de los que tú quieras ponerte.

Caminábamos curioseando por todas partes hasta que Tere me dijo:

Cariño, me quedo aquí. No te cortes, disfruta. Si algo no te gusta, no lo hagas. Pero te recomiendo que pruebes algo nuevo.

Y se unió a un trio de dos hombres y una mujer. La dejé allí y seguí mirando. Encima de una puerta un cartel decía: Sauna. Decidí entrar.

Había una especie de recibidor, con taquillas para dejar la ropa. Después, entrabas a una gran sala con diversos reservados en torno a una piscina central. Me fui a un reservado que estaba vacío. Acababa de sentarme cuando una rubia con unas tetas enormes, operadas, entró y se sentó frente a mí. Me empezó a estudiar, recorriendo mi cuerpo de arriba a abajo. Crucé las piernas casi sin pensar y ella se echó a reír y vino a sentarse a mi lado.

Soy Alison.

Nuria.

Y sin más, puso su mano sobre mi muslo y empezó a acariciarlo. Iba a separarla, pero me acordé del consejo de Nuria y decidí que, ya que estaba ahí, tenía que disfrutar. Alison siguió acariciando mi pierna, pero metió su mano entre mis muslos y empujó para que abriera las piernas.

Eso es cielo.

En cuanto las abrí, llevó su mano hasta mi vagina y empezó a masturbarme.

Me miraba fijamente a la cara, viendo mi reacción a sus caricias. Cuando estas empezaron a hacer efecto y comencé a morderme el labio, me susurró:

Bien, zorra. Vamos, muéstrame cuanto te gusta.

Y hurgaba con más premura en mí vulva. Verme caliente le ponía y no paraba de hablarme para aumentar mi calentura.

Bien, mójate los labios, estos de aquí ya lo están.

Que putita más receptiva, estás que te fundes, guarra.

¿Un poco más? Así, así, verás que rico.

Poco a poco, estaba llevándome al límite y notaba que su excitación, al verme ya fuera de control, era máxima. No tardé en correrme y juraría que ella también solo con verme, gemía más que yo y sus ojos echaban chispas.

Salí de la sauna y me di una ducha. Entonces, un hombre me ofreció un conjunto de lencería.

Póntelo.

Era un precioso sujetador de encaje y las bragas a juego y unas medias negras que sujetaba un liguero. Me puso unos zapatos de aguja y me cogió de la mano. Entramos en una habitación totalmente a oscuras y me quedé de pie en medio de esa oscuridad. El hombre se marchó. Durante unos segundo no pasó nada, pero entonces noté a un hombre detrás de mí que empezaba a tocarme la espalda, el culo, luego mis tetas. Hizo que me pusiera a cuatro patas y alguien frente a mí me metió un pene en la boca. No veía nada, no sabía quién estaba ahí, pero el morbo era enorme. Me puse a hacerle una felación a ese pene y entonces, sentí que alguien intentaba follarme por el culo. Lo había lubricado primero, después me lo había agarrado con ambas manos y ahora empujaba para meterme el glande. Una vez conseguido, empezó a follarme con fuerza. Eso me excitaba y hacía que le comiera la polla al otro con mucha más intensidad.

Nunca me habían follado por detrás, pero me estaba encantando. El esfuerzo del pene por entrar, sentir mi agujero lleno por completo... era algo nuevo pero realmente excitante. Aumenté el ritmo de la mamada hasta lograr que el tipo no aguantara más. El otro seguía follándome cada vez más deprisa y me di cuenta de que estaba a punto de correrse, lo que hizo al final de una serie de breves y fuertes embestidas.

Alguien me llevó de nuevo a las taquillas de la sauna y, antes de irse, me dijo:

Puede quedarse la ropa interior. Es un regalo.

Me habitué sin problema a las sorpresas de Tere. Su imaginación y su apetito corrían a la par. Otro día me llevó a un salón de belleza.

Te encantará. Tiene un servicio especial divino.

Consistía en un masaje completo. Fuimos juntas a una habitación con dos mesas de masaje. Nos denudamos y nos tumbamos boca abajo, estábamos a menos de un metro la una de la otra y Tere me cogió de la mano.

Nunca has probado un masaje así.

Llegaron dos mujeres espectaculares, muy altas, delgadas, con unos rostros preciosos. Vestían una bata muy ligera, blanca, atada con un cinturón delgado de color morado.

Comenzaron aplicando una crema que extendieron por nuestra espalda, frotando con suavidad, pero con firmeza. La sala se inundó de un perfume a vainilla delicioso. Siguieron masajeando todo nuestro cuerpo, brazos, culo, piernas. La sensación de relax era maravillosa, como si flotaras ajena a todo. Pero entonces nos dieron la vuelta y empezó la parte especial. Primero las tetas, con una delicadeza exquisita, haciendo vibrar todo mi cuerpo. Pero al llegar al sexo, llevaron el placer a una nueva dimensión.

Tere estaba disfrutando como una diosa, pero quería más, como siempre, y desató el cinturón de su masajista, una morena que parecía una modelo, tenía un cuerpo precioso, con unas tetas firmes que parecían desafiar la gravedad. La masajista se subió a la mesa y comenzó a frotarse contra Tere, acariciando su cuerpo con sus pechos y su vientre. Era un espectáculo hermoso y tremendamente excitante que, unido al masaje en mi vulva me provocó el primer orgasmo de la tarde.

Imitando a Tere, desabroché el cinturón de mi masajista, una pelirroja delgada, con unas piernas impresionantes y un pelo sedoso y brillante que, cuando se puso sobre mí, me acariciaba con una suavidad que me electrizaba todo el cuerpo. También ella se frotaba contra mí cuerpo al tiempo que su mano retomaba la exploración en mi vagina, buscando mi clítoris para darme todo el placer posible.

Tere y su masajista estabas ahora besándose y era Tere la que masturbaba a esa mujer, que gemía y se retorcía bajo la experta manipulación de mi amiga. De hecho, fue la masajista la que se corrió primero, agitando ese maravilloso cuerpo y brillando con una belleza especial mientras el placer se apoderaba de ella. 

Eso me provocó el segundo orgasmo. Pero era tal mi excitación que deseaba más, nada parecía poder saciarme en esos momentos.

Al fin Tere, se corrió y pronto se acercó hasta mi mesa y comenzó a devorarme el coño. El cuerpo se tensó como un arco, me aferré a la mesa temiendo caerme en cualquier momento, con cualquier sacudida incontrolada, mordía el labio, sacaba la lengua, gemía... y acabé estallando en el tercer orgasmo. Al fin, estaba saciada.

Mercedes me había mostrado el camino, pero Tere fue realmente la que me abrió los ojos. Ya no era la misma persona. Dejé atrás mi vida anterior sin remordimientos.


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed