El Observador

Conforme caminaba por las calles, las personas se desplazaban a sus diferentes destinos a comenzar su rutina diaria. Sus largas caminatas para llegar a su destino fueron causa de sus reflexiones, el mundo está cambiando y junto a el cambian las personas y todos los seres vivos que están estrechamente vinculados a sus hábitos y costumbres. De pronto en una de esas trayectorias surgió el pensamiento y la evidencia de un cambio que nadie había percibido. Se encuentra en su camino un gran número de personas en situaciones de calle, viven y sobreviven en las calles. Por diferentes razones algunos se han tenido que adaptar a este nuevo esquema de vida, no encajan en la habitual sociedad donde se posee un trabajo para su sustento y el de su familia y en el mejor de los casos son dueños de un negocio, un emprendimiento o incluso puede que sean grandes empresarios, sin contar a los millonarios que no tienen ningún tipo de las necesidades básicas. Estás opciones les fueron negadas o simplemente salen del común denominador de la especie humana y su actual estatus evolutivo. Migrantes que se quedan en los parques, muchos cuentan ya con sus equipos de acampada, para otros unos cartones y una sábana son suficientes para pasar la noche en una esquina. Otros están en las calles, víctimas de sus vicios, drogas, alcohol. Algunos otros han enloquecido y el sistema está tan colapsado que ni tan siquiera saben de su existencia, pero están allí, sobreviviendo, formando parte de un nuevo mundo, no tan ideal, ni tan deseado.