veinte y sseis de diciembre IV

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Empecé otra vez a llorar.

Salí fuera.

La gente me entendía, compartía conmigo mi dolor.

Me rodearon. Lloraban todos.

Luego, intentaron a tranquilizarme. Paraba de llorar y empezaba otra vez. Mientras me hablaban, lloraba y lloraba.

Me comentaron cómo fue. Había muerto en la madrugada, poco antes de llegar la cuidadora.

………….. 

Se había hecho muy tarde.

Tenía que descansar.

El día había sido terrible!

Y el camino…

Nos llevaron otra vez en coche hasta el piso de mi tía, para dormir.

En el día siguiente, San Esteban, tuve suerte con esta fiesta por encontrar flores, porque, con el frío que hacía normalmente en este época del año en aquella localidad, normalmente no habían.

Compré muchas: crisantemos, flores de otoño, no me acuerdo el numero, solo estoy segura que eran número de pareja, según la tradición rumana para los muertos.

Mi madre la “adornó” con estas flores.

Aún no la podía mirar.

 

va a seguir...

 


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