-III-
Reconocí de inmediato la estridente voz del teniente Shödner y sentí cómo el miedo se hacía dueño de mis tripas hasta el punto de provocarme una falsa diarrea que acabó por convertirse en una sonora y explosiva flatulencia. Ni que decir tiene que no fue muy bien recibida en el oscuro interior del camión por el resto de mis camaradas pero, a juzgar por el silencio hipócrita de algunos y la zafia mezcla de azufrados olores que se hizo dueña del ambiente, estoy casi seguro que no fui el único al que se le escaparon esos malditos “suspiros” por el trasero.
El teniente era uno de esos tipejos mal encarados, entrado en una edad muy cercana a los cincuenta que a esas alturas de la vida nada le quedaba por hacer en el orgulloso ejército alemán para conseguir ascender de grado, y esa frustración personal la pagaba siempre con el grueso de sus soldados. Alto y fuerte como un toro, siempre vistiendo impecablemente su impoluto traje de oficial, una extensa cicatriz le cruzaba el lado izquierdo de la cara desde la parte baja de su barbilla hasta el mismo lóbulo de la oreja; sus rasgos rectilíneos, sus movimientos chulescos al andar de unos pasos medidos al milímetro, casi amanerados, unidos a su antipática y metálica voz, hacían de él la imagen misma del desprecio. Las malas lenguas contaban que aquella cicatriz era el recuerdo de una profunda herida que se había producido él mismo al intentar suicidarse con su sable; si ciertamente llegó a ser así, al parecer hasta en eso fue tan frustrante. Cada poro de su cuerpo transmitía el miedo y la desazón, y no era yo el único que se sentía invadido por esas torpes sensaciones frente a su ingrata presencia. La mejor suerte que podías correr bajo su mando era la de pasar inadvertido y, aunque lo intenté por todos los medios a mi alcance, a mí no me tocó en suerte ese magnífico premio. Tengo que reconocer en su descargo que tampoco me ayudó mucho mi aspecto casi latino, joven de mediana estatura, moreno, más o menos bien parecido, cejas pobladas y ojos oscuros, es cierto, rasgos genéticos muy alejados del estereotipo medio alemán.
A veces se paraba frente a mí en la formación y se me quedaba mirando fijamente a dos palmos de mis narices como intentando descubrir en mi interior ese recóndito secreto que parecía detectar; su actitud silenciosa y provocadora me producía un inmenso terror. Jamás en mi vida he sentido más miedo al ver reflejado mi rostro en las escrutadoras retinas de aquel sucio hijo de la gran puta. Al menos en seis ocasiones me mandó a calabozos, o a limpiar letrinas por el simple hecho de creerse que le había mirado mal, o porque afirmaba falsamente haberme sonreído ante alguna de sus torpes órdenes; incluso en una ocasión dijo delante de toda la Compañía que me había ganado el castigo porque mi cara le recordaba el velloso culo de una vieja prostituta rusa que tuvo la osadía de quererle cobrar el servicio después de haberla invitado a una botella de vodka en un tugurio de Stalingrado… ¡Todo un “santo varón”, el teniente Shödner…!
La verdad es que no me extrañó mucho su fusilamiento tras los informes de la Gestapo, diez meses después de nuestra llegada a Belzec. Yo creo que ya le tenían fichado desde hacía tiempo. Le acusaron de traidor al Führer por haber gritado a voz en grito en una cantina -subido a una de las mesas con una botella de aguardiente en la mano, bastante borracho y chulesco, como era de esperar en su normal comportamiento- que el Tercer Reich estaba regido por una pandilla de subnormales e incompetentes jefecillos que no sabían valorar a los verdaderos militares como él. No corrían tiempos para decir esas cosas en público, y menos aún ante unos sometidos y hambrientos polacos llenos de odio por la represión que no tardaron en dar el chivatazo a la persona idónea a cambio de diez míseras monedas. Como se ve, su propia frustración y el exceso de alcohol no tardaron mucho en llevarle al huerto, lo cual tengo que decir que me produjo una inmensa alegría y descanso de ánimo, he de confesarlo, aunque ahora me produzca cierta vergüenza reconocerlo.
(Continúa...)
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