Es curioso, Vivo rodeado de ruido, un ruido constante que parece no tener fin. Es como si el mundo entero estuviera gritando a la vez. Por donde voy, siempre hay algo: claxon de carros sonando sin parar, motores rugiendo, los rechinidos de frenos que casi parecen un grito, música que viene desde quién sabe dónde, gritos de gente, perros que no dejan de ladrar. Es un caos, un desorden. Y en medio de todo esto, las voces. Murmullos de personas hablando, a veces discutiendo, a veces riendo, otras simplemente dejando salir palabras al aire.
Sin embargo, a pesar de todo este ruido que no me deja un segundo de silencio, lo más irónico es cómo en el fondo todo se siente vacío. Es como si este bullicio no llenara nada. Siento un vacío en el pecho que no importa cuánto ruido haya, sigue ahí. Estoy solo. Completamente solo.
No tengo a nadie con quien compartir lo que pienso. Mis ideas, mis miedos, mis esperanzas... se quedan atrapadas en mi cabeza porque no hay quien las escuche. Nadie con quien sentarme y decir: "Oye, esto es lo que siento". Nadie que me mire a los ojos y me diga: "Estoy aquí, te escucho".
Intento acercarme a alguien, porque no quiero que esta soledad se convierta en todo lo que soy. Pero apenas me acerco, lo noto. Lo veo en sus ojos. La incomodidad. Desvían la mirada como si no quisieran verme, como si yo fuera una amenaza o una carga que prefieren evitar. Y entonces, hacen lo que todos hacen: apresuran el paso, como si estuvieran huyendo, como si solo quisieran alejarse lo más rápido posible.
Y ahí me quedo, parado entre el ruido, entre la gente, sintiéndome más invisible que nunca. ¿Cómo puede uno sentirse tan solo en un mundo tan lleno de gente? Es como si hubiera millones de voces a mi alrededor, pero ninguna estuviera realmente aquí. Ninguna conmigo.
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