Una mansión que acoge infinidad de orgías (7) (2ª parte)
Por El Manso Embravecido
Enviado el 29/01/2025, clasificado en Adultos / eróticos
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El camarero siguió sirviendo en otras mesas el resto de café que aún quedaba en el termo de Julián, hasta agotarlo. Muchas chicas y chicos se maravillaban del sabor tan especial de aquella mezcla.
Julián hacía dos horas que había acabado su turno (ya estaba Marisol, su reemplazo), pero se quedó un poco más para ver cómo aquellas guarras y guarros se tragaban su simiente.
–Eres un insolidario. Te vaciaste 5 veces para complacer a esas furcias y chaperos pero para tus compañeras de trabajo no guardaste nada, ¿no? –le soltó con sorna Marisol.
Marisol es una buena hembra de 1,75 m. Es rubia con melena hasta la cintura. Una diva del Metal Sinfónico. Canta en un grupo llamado Lilith y Las Valquirias. Le encanta enfundarse trajes de cuero ajustados, casi todos de color negro, aunque también tiene alguno rojo, gris o blanco. Marcan a la perfección su talle, con esos pechos prominentes y sus glúteos y muslos bien trabajados por infinidad de sentadillas y zancadas practicadas en la “Sala Gym” de la mansión. Es una Regresada de categoría Gris, por cierto.
Julián quiso complacerla pero su pene no daba para más. Entonces lo suplió con su lengua. Le hizo una buena comida de almeja a Marisol. Esta es una loba insaciable. Una diosa celosa de sus súbditos. Muy exigente. No permitió que Julián abandonara su cueva hasta que no le proporcionara cinco buenos orgasmos.
Julián la obsequió con cientos de lascivas lamidas de chocho; morreos y besos de tornillo hasta casi tocar el útero con la punta de su lengua, no faltaron tampoco; sorber y tragar mililitros y mililitros de zumo de coño de su exuberante amante es una obligación que cumple con embriagado placer. Aquella sesión de lavado de bajos duró cuarenta y cinco minutos. Cuando ya, Marisol, consigue las cinco corridas indicadas anteriormente, deja libre a Julián para que se vaya a casa a complacer a su esposa, aunque será con un dedo o un dildo (pues la polla y la lengua, Julián, las tenía muy dormidas y cansadas).
Pero de Marisol y de las muchas guarradas que pondrá en práctica durante su turno de trabajo, y de la mansión El Edén seguiremos hablando en el siguiente relato.
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