Un retiro espiritual budista muy carnal (2ª parte. Final)

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Nos desenganchamos, esta vez sí, y me pongo de pie. Ella de rodillas ante mi verga espera impaciente los chorros de la vida. Yo la sujeto por el cráneo, a la altura del cogote, y le acerco su rostro a mi nabo. Este comienza ya a babear un poco de agüilla.

Catherine le pega un par de chupetazos en la punta y al instante salen los ocho disparos de esperma que ya no pude contener más. Ella se carcajea mientras le embadurno la cara y el cráneo de lefa.

Después, con mis manos, le extiendo la lechada a modo de mascarilla facial y de crece pelo, por toda la cara y cabeza.

Una hora después tenía la última clase de meditación del día. Catherine me dijo que la daría con toda la cara y cuero cabelludo brillantes por mi esperma, que no se ducharía. Además, según ella, el olor a semen es el mejor perfume que se pueda echar una hembra encima. Es natural al 100 %.


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