Del intercambio en el baile al intercambio en la alcoba (1ª parte)
Por El Manso Embravecido
Enviado el 04/02/2025, clasificado en Adultos / eróticos
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Ágata y Dareck son una pareja de treintañeros. Llevan juntos más de diez años y siempre tuvieron claro que la monogamia y la heterosexualidad no son lo suyo. Les quedan estrechas esas etiquetas. Ellos se definen como pansexuales y son partidarios del poliamor y las relaciones abiertas.
Todos los sábados suelen acudir a un salón de baile muy sofisticado que hay en las afueras de la ciudad. Allí suenan tangos, cumbias, merengues, Rock de los 50 y un sin fin de ritmos variados que hacen las delicias de las miles de personas que acuden a La Sabrosona (el nombre del salón).
Ágata y Dareck disfrutan bailando durante horas todos esos ritmos. Se hacen buenas amistades, también, al intercambiarse las parejas de baile.
Ágata es rubia con una larga melena ondulada. Tiene ojos verdes y algunas pecas en las mejillas. Mide 1,70 m y pesará unos 55 kg. Le gusta lucir largos vestidos de noche rajados hasta las caderas, acompañados de zapatos de charol con mucho tacón.
Dareck andará en el 1,85 m y es muy musculoso. Lleva el pelo largo hasta los hombros, color castaño. Sus ojos negros y su sonrisa a lo John Travolta derriten a cualquier hembra en edad de merecer. Es muy clásico vistiendo. Siempre va de traje gris o negro.
En uno de esos bailes tan animados donde constantemente se están intercambiando las parejas hicieron migas con un matrimonio de Santo Domingo. Una pareja de negrazos con un cuerpo escultural y descomunal. Ella se llama Adela. Es de mediana estatura y su pelo, color azabache, lo lleva recogido en varias coletitas trenzadas y fijadas al cráneo. De cuerpo curvilíneo, con nalgas respingonas y muslos anchotes es un bellezón que hace girar la cabeza a todo hombre o mujer que se cruza con ella.
Lautaro es el nombre del marido de Adela. Es un hombretón que ronda los dos metros de altura. Trabaja de escolta y se nota. Está muy en forma. Viste de traje pero más informal que Dareck.
Sonaba el “Ready Teddy” de Little Richard y la pista de baile explosionó llenándose de parejas enfervorecidas. Los chicos cogían y levantaban al vuela a sus chicas pasándolas de un lado al otro de las caderas. Dareck soltó a su pareja para abrazar a Adela y Lautaro hizo otro tanto, para seguir con el baile con Ágata. Los dos minutos que duró la canción fueron suficientes para que aquellas dos parejas intimaran y crearan un vínculo que los unió por un largo e intenso semestre.
Lautaro aprovechaba cuando cogía por la cintura a Ágata, para palparle bien los cachetes y el bajo vientre. Tampoco Ágata se quedaba atrás, no era manca, y sobaba a su ocasional pareja de baile por todo su dorso en forma de V.
A Dareck le costaba algo más manejar a Adela, estaba más maciza y musculada, pero sacó orgullo de macho alfa y consiguió estar a la altura de las circunstancias mostrando una fuerza descomunal. Mientras Dareck la sujetaba por la cintura, Adela abría sus piernas y lo abrazaba, apretando sus muslazos y cachas contra el cuerpo de él. Sus caras en varias ocasiones llegaron a rozarse.
Estuvieron casi una hora bailando e intercambiándose las parejas entre ellos. Lautaro y Adela son muy buenos con el Tango. Ponían en práctica unos pasos muy sensuales. La gente hizo un círculo alrededor de ellos para verlos bailar. Ágata y Dareck se estaban excitando con las poses morbosas de baile que sus amigos estaban exhibiendo, aprovechando que el Tango es un estilo que pide sensualidad a raudales.
Las dos parejas decidieron sentarse en un reservado para refrescarse algo y pidieron unos cubalibres. Charlaron de música, baile y deporte, sobre todo. Tres temas que los unen mucho.
Estuvieron hasta cerca de las cinco de la madrugada intercalando momentos de baile con momentos de charla en la barra o en unos sofás. Cada vez iban intimando más y hablando de temas más picantes. Ágata y Dareck invitaron a Adela y a Lautaro a ir a su apartamento, para tomar la última y conversar con más calma. Aceptaron.
Por el camino, mientras iban en el coche, Ágata sacó el tema de la orientación sexual preguntándoles por la suya.
–Nosotros nos definimos como heterosexuales. O mejor habría que decir heterocuriosos –comentó Adela–, ya que en alguna ocasión yo me comí algún mejillón y mi marido también probó alguna verga.
–Eso está bien. Hay que experimentar. Mi marido y yo nos definimos como pansexuales. Nos atraen los buenos cuerpos, al margen del sexo con el cual se acompañen –explicó Ágata.
–En las cárceles, me tienen comentado algunos funcionarios amigos míos, los presos se reparten el rol de macho o hembra en función de quién gane o pierda una pelea o un pulso. Los chicos que tienen buenos bíceps y tríceps tienen más posibilidades de salvaguardar su culo de perforaciones salvajes. Por eso los gimnasios están llenos –dijo Dareck de forma jocosa.
–Yo soy más activo que pasivo –comentó Lautaro–, y tú tienes pinta de tener un buen paquete. Así que, si quieres perforarme el culo tendrás que ganarme un pulso. Si no, te quedarás con las ganas –y soltó una risotada.
–Pues yo soy versátil, aunque tu entrepierna también me impone. Así que, lo mismo te digo. Si quieres romperme el ojete tendrás que ganarme un pulso –dijo Dareck y se echaron a reír los cuatro.
–Esos debates no los tenemos las mujeres. Nosotras nos comemos lo que nos echen en el plato, al margen del tamaño. ¡Con vaselina todo entra, hasta un puño! –aseveró Adela.
–Eso es verdad. Y en mi caso estoy deseando probar la almeja de Adela. Tiene pinta de ser muy jugosa y salada –comentó Ágata soltando unas carcajadas.
Ya en el apartamento, Ágata pone un poco de música Soul, de Etta James en concreto, con la cual Adela guarda un cierto parecido físico.
Dareck se encarga de servir unas copas de anís. Brindan los cuatro por el afortunado encuentro en la sala La Sabrosona y por su incipiente amistad.
Lautaro le recuerda a Dareck, socarronamente, que tienen pendiente un pulso para saber quién de los dos hará de hembra esa noche, acompañando a las chicas a la hora de manducar butifarra por los diversos orificios naturales. Dareck le da la razón y se ponen en faena.
Se sientan en la mesa, uno enfrente del otro, se remangan, colocan sus brazos en posición, y comienzan el duelo.
Aunque Lautaro le saca casi 15 cm de altura a Dareck, este tiene unos brazos bien desarrollados que no desmerecen en nada frente a los brazos de Lautaro.
Curiosamente, Ágata anima a Lautaro y Adela a Dareck. Ambas prefieren que sus respectivas parejas pierdan, para disfrutar del morbo de verlos sometidos a una cura de humildad.
El pulso duró casi cinco minutos. Se iban tanteando las fuerzas. Utilizaban la táctica de la guerra de posiciones. Acabar en tablas sería una buena opción para Dareck, pero Lautaro no opinaba lo mismo. Después de un sin fin de forcejeos, por fin, uno de los dos muerde el polvo (posteriormente morderá la almohada), este fue Dareck.
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