Afrodita

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En la antigua Grecia, los vientos del mar llevaban susurros de amor y belleza, y en el centro de esos ecos se encontraba Afrodita, la diosa del amor. Nacida de la espuma del océano, semen del dios castrado Urano, con su radiante cabello dorado y su piel resplandeciente, Afrodita era una diosa adorada, no solo por su apariencia, sino también por su poder de unir corazones.

Un día, mientras caminaba por un jardín, una tarde de otoño, encontró a un joven llamado Phaon, un humilde barquero que había dedicado su vida a navegar las aguas del mar Egeo. Su sonrisa era contagiosa, sus ojos penetrantes y su bondad brillaba más que cualquier joya. Afrodita, fascinada por su espíritu puro, decidió acercarse a él, disfrazándose de mortal.

Los dos comenzaron a hablar, y en cada palabra, en cada risa compartida, creció una conexión profunda. Phaon ignoraba la verdadera identidad de aquella hermosajoven, pero se sentía atraído por ella de una manera que nunca había experimentado. Pasaron días juntos, explorando la costa, y el amor floreció en sus corazones.

Sin embargo, el destino tenía otros planes. Un dios celoso, Ares, el dios de la guerra, observaba desde las sombras y no podía soportar ver a Afrodita tan feliz con un mortal. Decidido a separarlos, lanzó un hechizo que llevó a Phaon a una tormenta en el mar, arrastrándolo lejos de la costa.

Cuando Afrodita sintió la ausencia de su amado, su corazón se rompió. Desesperada, buscó a Phaon con todo su poder, atravesando tormentas y mares agitados. Finalmente, encontró su barca a la deriva, pero él yacía inconsciente, atrapado en un profundo sueño provocado por el hechizo de Ares.

Con lágrimas brillantes como perlas, Afrodita suplicó a los dioses del mar que le devolvieran la vida a su amado. Conmovidos por su amor, los dioses accedieron y, en un destello de luz, Phaon despertó. Sin embargo, había un precio: su mortalidad se desvanecería, y se convertiría en una estrella en el cielo, brillando eternamente.

Phaon, al comprender su destino, tomó la mano de Afrodita y le prometió que siempre la amaría, sin importar la distancia. La diosa, con el corazón lleno de tristeza y amor, lo dejó ir. En su lugar, creó una constelación que representaba su amor eterno, recordando a todos que el verdadero amor nunca se apaga, incluso en la separación.

Desde aquel día, cada vez que miramos al cielo estrellado, podemos ver a Phaon brillando junto a Afrodita, un símbolo de que el amor verdadero trasciende el tiempo y la distancia, iluminando el mundo con su luz inquebrantable.


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