CUENTOS BREVES (del manual de la masturbación)

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                   CUENTOS BREVES
          (del manual de la masturbación)

 

           (13)

                      INICIACIÓN (1)

 

Pepita señala la cómoda y le dice "lo tengo ahí". Vanessa se echa a reír y dice "En serio". "Pues claro", repone Pepita. "¿Y lo usas?". "Por supuesto", le dice Pepita, "casi cada día". Vanessa ríe de nuevo: "Eres una calentorra total". "¿Tú, no?, replica Pepita, ¿No te pajeas el chumino? "Sí...de vez en cuando", responde Vanessa, "pero me toco hasta que me corro, sin usar nada más que los dedos; me mojo la perlita con saliva y me masturbo, y me voy metiendo un dedo, o dos o tres en la vagina". "Pues", asegura Pepita "con el satisfyer es brutal, nena; el orgasmo más placentero que puedes imaginar, te follas y te pajeas el caramelito a la vez", Vanessa se ríe con grandes carcajadas.

Pepita se levanta y va a la cómoda. Saca el consolador, que tiene una doble punta y la parte más gruesa está cubierta de flequitos rosados de látex. Juega con el artefacto y lo pone en marcha; apenas se oye un leve zumbido vibrador, la punta pequeña se gira dando vueltas. Se lo muestra a Vanessa y se lo deja coger. Ésta se lo pone en la palma de la mano y siente el cosquilleo. "Uhhhmnmmm", exclama, "vibra mucho y se mueve lento". "Deberías probarlo en el conejito; ya me dirías", repone Pepita. Vanessa vuelve a reír, se coloca el satisfyer en la mejilla y siente las suaves caricias rotatorias. Su deseo se ha despertado."Y también se puede usar para follarse y para darse gusto en el ojete al mismo tiempo", añade Pepita. Vanessa se dobla en dos de la risa, "Pervertida", grita. "¿Nunca te has estimulado el ojo del culo, Vanessa, no te lo has acariciado?". "Pues... no", responde. "Ah, deberías probarlo, es muy sensitivo. Yo lo hago desde hace mucho. Es otra forma de placer". "Oye", continúa Pepita, "¿quieres que lo probemos?, verás". Vanessa se queda mirando a su amiga y niega con la cabeza. "Te lo pasarás genial; va, no seas tonta... te enseño", vacila un momento, le guiña un ojo y agrega, "Las dos podemos divertirnos un rato". Vanessa duda un momento, la verdad es que nota un inesperado calorcillo libidinoso que le recorre el estómago, el vientre... un gusanillo dentro de la vagina. Mira a Pepita que le sonríe expectante, "¿Eres lesbiana?", le pregunta. "¿Si me gusta el sexo con mujeres?, dice Pepita, "Sí, es mejor que con los chicos, lo he hecho varias veces, ¿tú, nunca has deseado hacerlo; nunca te ha gustado alguna compañera de clase, no has fantaseado, no te gustaría tocar otras tetas, otro chocho, que te lo coma una mujer... o hacer correr a otra chica comiéndole el conejito?". Vanessa, finalmente admite que tuvo fantasías y llegó a masturbarse imaginándolo". "Bueno, ¿te apetece... que te enseñe como usar el aparato, tener un orgasmo...?", insiste Pepita, que percibe que Vanessa está cachonda; sus ojos chispeantes la delatan. Pepita se deja llevar por su propio deseo creciente, anticipa la respuesta de la otra, siente en su interior un volcán de lascivia, le gustaría morrear a Vanessa, mira su boca, su cuello, aquellos labios pequeños y rectos, la forma curva de sus pechos pequeños, sus cabellos rojizos... Por su parte, Vanessa es presa de la lujuria ardiente, asiente y responde, "Sí, quiero probarlo"."Túmbate, ven", le dice Pepita. Vanessa se sienta en la cama, al lado de Pepita, respaldada en la almohada. "Quítate la falda", Vanessa se queda en tanga, "También el tanga, bobita, ¿a qué vienen esos reparos, te da vergüenza?, mira yo me desnudo también", y Pepita se saca la camiseta, no lleva sostén y las tetas muy pequeñas, casi como las de un chico, quedan a la vista, firmes, con sus pezoncitos rosados; luego se desabrocha el pantalón, y se lo baja junto a la floreada braga color fucsia. El coño de Pepita es delicado, pero sus labios son abiertos como una flor, cuelgan ligeramente. Vanessa nota que está mojada y tiene la tentación de retroceder, "Lo haré con el tanga puesto", dice. Pepita se echa a reír, le coge las manos y le dice, "Pero, no seas tímida, mírame a mí; no te cortes, hace mucho que nos conocemos, lo vas a pasar muy bien; luego querrás repetir, ya verás", y desliza las manos por las caderas de Vanessa y le baja el tanga, Vanessa sube el culo para facilitar que la desnudé totalmente y Pepita le quita la prenda. Vanessa lleva recortado el vello del pubis, que es pelirrojo y muy espeso. Pepita se queda mirando y le dice "Tienes un coñito muy lindo, Vanessa" y se echa a reír. "Mira el mío", se pasa los dedos por la entrada de la vulva y se abre la raja. Pepita pone en marcha el satisfyer  le dice "Túmbate y relájate, verás", le abre los muslos.

Pepita ve que la raja de Vanessa está completamente mojada, el flujo rezuma y brilla en medio de la pelusa rojo pálido. Su boca se llena de saliva caliente. Desea tocar ese chocho, esa raja humectante, acariciar la vulva, penetrar entre el matojo recortado de vello, untarse del néctar femenino, besarle los labios vaginales, lamer el líquido, comerle el clítoris...Pepita le pone el instrumento de placer entre los labios del coño; el pequeño sobre el clítoris duro, que aparece algo salido entre el abundante vello púbico. Vanessa respira agitada, el consolador doble vibra unos minutos, ella se agita, gime, agarra las muñecas de Pepita...y se corre jadeante. Emite unos gruñidos suaves y se retuerce. "¿Qué?", le pregunta Pepita, "Ufffffffff", "Uuhmmmmm", musita Vanessa, echando los brazos hacia atrás. Tiene la cara enrojecida por el rubor sexual, los muslos siguen abiertos. Pepita echa a un lado el aparato y acaricia las mejillas de Vanessa y el mentón; con una mano sujeta los brazos a la altura del cabello, y con la otra le desabotona la blusa, mete la mano entre las mamas grandes de Vanessa y las saca al exterior. Dos circunferencias de marrón oscuro, de las que brotan dos conos más oscuritos, duros y enhiestos. Las magrea, cogiendo entre el pulgar y el índice los pezones rugosos y erectos, en el centro exacto de las aréolas circulares. Vanessa gime y se pasa los dedos por la raja caliente; se impregna los dedos del flujo espeso. Atrae la cabeza de Pepita y estrecha sus labios contra los de ella, besa con la lengua, lame y chupa la boca. Pepita se monta sobre Vanessa y comienza a frotar su vulva chorreante sobre el coño empapado de Vanessa. Las dos se cogen por la cintura y se acarician coño con coño frenéticamente, mientras se beben la saliva de los besos, enroscan las lenguas, mordisquean los labios. Siguen hasta que las dos, al mismo tiempo, se deshacen en un orgasmo delicioso. Pepita se desliza y deja reposar la cabeza entre los pechos de Vanessa; ella le acaricia los cabellos y le dice, "Gracias, te quiero".

 

(Seguirá)


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