Iguales pero diferentes

En un mundo ideal,  el brillo del oro ya no deslumbra. Aixa decidió emprender su propio camino. Con esfuerzo y talento, construyó su imperio. Un día, un hombre la buscó por su belleza, ofreciendola su dinero y una buena posición social. Ella sonrió, segura de que su verdadero tesoro era la independencia. "Yo no necesito un hombre con dinero", le dijo, "he encontrado mi propio valor".

Entre los debates de machismo y feminimo, está la realidad de que hombres y mujeres como seres humanos, debemos ser iguales en derechos, dignidad y respeto, pero a la vez como personas que somos, somos diferentes en la forma de manejar la información y procesar emociones. El cerebro masculino y femenino trabaja de forma distinta, pero no significa en absoluto que una parte de la ecuación tenga que ser menospreciada o relegada a la otra, sino todo lo contrario, debemos ver y buscar la complementariedad como un valioso valor en sí mismo. 

La falta de distinción entre masculino y femenino, lejos de promover la igualdad de oportunidades, genera confusión, conflicto y pérdida de identidad. Dejemos de competir por la igualdad mal entendida de hombres y mujeres. Centrémonos en el respeto mutuo y en buscar la complementariedad entre personas. El diálogo no entiende de sexos, se establece entre seres humanos y es fundamental e imprescindible para la convivencia.

El tener una pareja, un compañero o compañera de vida del mismo o de diferente sexo, no significa perder la libertad o la independencia, sino todo lo contrario, significa que ambos libres remarán de mutuo acuerdo en la misma dirección porque les apetece compartir un proyecto de vida.