EL PROFESOR FARSANTE

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Mi amigo Guilllermo Rius era un hombre de mediana edad que solía ver un programa de debate en la televisión en el que se discutían temas de actualidad, y en el que colaboraban personajes de distintas tendencias de opinión quienes tenían a su vez cierta dimensión pública, pero que también en dicho programa podían participar los espectadores en general por vía telefónica.

Entonces Guillermo ilusionado ya que muchos amigos y familiares lo escucharían, llamó al Estudio televisivo y en un momento dado de su intervención sobre un asunto relacionado con la política del pasado se le ocurrió comentar que si el anterior Régimen franquista había durado tantos años en el poder en España se debía a que a los norteamericanos les había convenido que así fuera.

- Efectivamente señor. Durante la Guerra Fría, como España en aquel entonces era un país estratégico en el contexto internacional por el que se podría expandir el Comunismo en el resto de Europa al igual como sucedió en el lado Este del Continenete, los americanos decidieron tener al dictador Franco como aliado y encajarlo en lo que se llama el mundo del Libre Mercado, a cambio de instalar ellos unas bases militares en la Península Ibérica - le corroboró un lúcido periodista que estaba en el Estudio.

Sin embargo frente a dicho periodista había otro colaborador que era un rimbombante catedrático de Historia Contemporánea perteneciente a un partido político independentista de Cataluña el cual con una arrogancia inusitada se apresuró a replicar con vehemencia:

- ¡Esto es completamente falso, y no consta en ningún libro de texto tal hecho histórico! Lo que sí se explica es que el dictador dio un golpe de Estado eliminando a la Segunda República y a las libertades legítimas que ésta comportaba. Y esto todo el mundo lo sabía.

Pero Guillermo sabía muy bien porque lo había visto infinidad de veces en reportajes filmados, y que además lo había reconocido la misma Afministración norteamericana que en el año 1959 el presidente Eisenhower visitó España en señal de apoyo al franquismo, a pesar de las protestas de mucha gente de su país puesto que el dictador en sus inicios había colaborado con Hitler en la Segunda Guerra Mundial. Por tanto ¿Cómo era posible que aquel catedrático de Historia al amparo de su supuesta autoridad académica negara aquel hecho tan evidente, como si Guillermo fuera un pobre ignorante? La razón era bien sencilla. Aquel profesor lejos de ser un intlectuaal objetivo de la realidad era un vulgar pregonero de la ideología de su partido político del territorio en el que vivía, y que de una manera sectaria tergiveraba descaradamente  los hechos relevantes de un ayer a su conveniencia para justificar sus fobias partidistas y sembrar así la amnesia histórica a los ciudadanos.Y sobre todo era muy probable que este grandilocuente profesor recibiera una sustanciosa gratificación por su adhesión a la "santa" causa.

 De esta manera se sacirificaba a la realidad en aras de una burda demagogia patriotera de una connotación mitológica inconsistente nacionalista, puesto que Cataluña nunca fue un país independiente; y así a través de una machacona propaganda referida a una vaga e imprecisa "libertad" social siempre en peligro por la trasnochada y desaparecida represión de la malvada derecha de hace cincuenta años este grupo sectario del catedrático seguir manteniéndose en la palestra.

Mi amigo Guillermo Rius se sintió como un cero a la izquierda, como un tonto ante la furiosa y contundente respuesta de aquel profesor. Ahora resultaba que lo que él había visto con total claridad a lo largo de su vida se le decía que no era cierto. ¿Es que acaso lo había soñado? ¿Los hechos históricos que sabía que se habían producido se habían convertido como por arte de magia en una simple opinión subjetiva sin ningun fundamento? ¿ O es que para que a uno se le tuviese en cuenta tenía que ser un siervo de una ideología política imperante y salir en la televisión?

Esto era lo que parecía ser. Y por supuesto la desfachatez negacionista de aquel farsante profesor constituía un gran insulto a la inteligencia del espectador.

Mas esta demagogia populista instaurada en la Administración Central no es nada nuevo y la hemos heredado de la Antiguedad. Pues en el siglo lll en Grecia hubo un filósofo sofista llamado Filostrato que era además un biógrafo de otros tantos sofistas de su tiempo, el cual enseñaba a los gobernantes lo que tenían que hacer; cómo se tenían que expresar para ganarse la sencilla confianza del pueblo llano con mentiras reiterativas, inconsistentes tópicos, y frases vacías pero grandilocuentes. En suma para manipular a las masas en beneficio propio.

Hoy en día el espíritu de Filostrato sigue vigente en escuelas especializadas para políticos de todos los colores en las que no se abordan soluciones para resolver los difíciles problemas que afectan a la sociedad, sino que se enseñan estrategias para poder ganar las Elecciones Generales mediante una simplista demagogia manipuladora como era en el caso de aquel "profesor farsante" del programa televisivo que no dejaba  de ser puro teatro.

En consecuencia mi amigo Guillermo Rius con una lógica indignación gritó al farsante profesor:

-¡ Son ustedes unos soberanos mentirosos; y no son nadie para negar lo que yo he visto con mis propios ojos! ¡Así que vayan ustedes a la mierda!

Y él colgó el teléfono de golpe.

                                                              FRANCESC MIRALLES PÉREZ


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