La mujer del dentista
Por ambis
Enviado el 11/02/2025, clasificado en Adultos / eróticos
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Verano. Calor y piscina. Estaba cayendo la tarde alrededor de la urbanización. Las carcajadas, y el buen humor prevalecían en la terraza de los Pérez, muy sociables ellos, disfrutaban junto con otros amigos de una plácida, aunque calurosa tarde de verano.
- Juan, ¿cuándo te animarás por fin a acompañarme en bici?, mira que estoy cogiendo destreza y te vas a quedar atrás.
- No me veo Pepe, para serte sincero me da mucha pereza ahora mismo.
-Ya está otra vez con la pereza, - intervino Marian, la mujer de Juan -, si tuviera el mismo pundonor que tiene con las hojas de cálculo ya habría ganado La vuelta.
Juan, un poco absorto en sus pensamientos, estaba enajenado de la conversación. Últimamente desconectaba cuando Marian abría la boca, era como una reacción automática, quizás de autodefensa al desdén que parecía destilar últimamente hacia él, con comentarios destructivos, y actitud poco cariñosa, traducida en ausencia de relaciones desde hacía meses. Se complacía con la espectacular vista que tenía al fondo, más allá de la terraza. Un par de chicas estaban tomando el sol al borde de la piscina, ambas con sus bikinazos, dejando muy poco a la imaginación. Trataba de ser disimulado, aunque no podía evitar seguir concentrado en ese par de bellezones.
De repente, algo hizo que la atención de Juan se desviara; Erika, la mujer de Luis el dentista, entró en ese momento por el jardincillo de los Pérez, ataviada con un top espectacular y unos shorts muy veraniegos que hacían lucir generosas unas nalgas preciosas. Hasta ese momento Juan no se había fijado de esa manera hacia Erika, a la cual tenía aprecio por ser la mujer de uno de sus mejores amigos.
-Juan, necesito que me eches una mano si no tienes inconveniente- dijo con voz preocupada, y expresión estresada-. Tengo mañana que presentar unos informes y me he quedado atascada con una función del Excel. ¿Te importa si me acompañas un momento y le echas un vistazo?
Erika y Luis vivían un par de casas al lado. No era raro que en reuniones de amigos hubiera momentos que Erika estuviera en casa trabajando mientras Luis podía disfrutar en casa de sus vecinos. Erika ya había recurrido a la ayuda de Juan en más de una ocasión, esta vez las dudas las intentaría resolver in situ y no por teléfono.
-Claro Erika, para eso estamos.
Juan siguió a Erika hasta su casa, conversaban sobre el posible fallo. Intentando disimular, Juan evitaba centrar su mirada en ese escotado top, y en su canalillo sudoroso, brillando a plena luz de julio.
Una vez sentados en el despacho de Erika, esta procedió a indicarle donde tenía el fallo. Por un descuido su mano rozó la pierna de Juan, quien intentando quitarle hierro no pudo evitar ponerse como un tomate. Juan hizo un gesto con el brazo con ademán de coger el ratón tratando de buscar la solución, pero accidentalmente sobó el pecho de Erika, la cual comenzaba a sudar ligeramente. La reacción de Erika trajo como consecuencia un enredo de bocas entre los dos nuevos amantes, quienes sin proponérselo acababan de cruzar la línea roja.
Los besos cada vez más acalorados e intensos fueron convirtiéndose en lascivos a medida que ambos iban explorando con sus lenguas un placer oral inusitado. Juan apoyó a Erika sobre la pared, y mientras le comía la boca fue acariciando sus muslos sudorosos. Erika comenzaba a jadear, a ratos con los ojos cerrados abriendo la boca de placer, acompasando sus manos por la entrepierna de Juan. Allí noto el enorme bulto sobresaliendo por su pantalón, envalentonado más si cabe por la falta de “cariño” que le profesaba Marian.
Erika bajó lentamente su cremallera y agarró el falo con mano firme, acariciandolo con maestría y suavidad. A medida que meneaba su mano a través de su polla, esta se volvía más dura y el capullo más gordo. Juan, absolutamente entregado a la perdición, bajó de un plumazo los shorts de Erika, dejando libre su rajita peluda. Mientras Erika seguía pajeando la dura herramienta de Juan, este se aventuró a meter su dedo en el coño húmedo y sudoroso de Erika.
- Ahhhhh, qué bien lo haces Juan, méteme el dedo, así - balbuceaba Erika con gran placer - estoy a punto de correrme, no pares Juan.
Juan, excitado más si cabe por las órdenes de Erika, introdujo un segundo dedo, dándole más velocidad e intensidad a los movimientos. Erika, con los shorts en los tobillos y teta y media rebosando sobre su top, jadeó de placer, sus glúteos y muslos temblorosos cimbreaban aplastados contra la pared,-Ohhhhh, Me corrooooo Juan - aclamó clavando sus uñas de una mano sobre la espalda de Juan mientras con la otra seguía pajeando al amigo de su marido.
Juan, ante el éxtasis, se dirigió a Erika medio arrepentido:
-Oh Erika, ¡qué hemos hecho!, y el pobre Luis,oh!!...perdónam...
Erika no dejó que acabara la frase, tapándole la boca repentinamente,... dándose la vuelta le agarró con más fuerza la polla:
-shhh!!!, cállate Juan,... ahora me vas a follar bien follada.
Erika colocó su culo sobre el paquete de Juan, y apoyando ambas manos en la pared empezó a restregar sus glúteos por las partes del "amigo". Juan, totalmente perdido y desdiciéndose de lo que acaba de susurrar con supuesto arrepentimiento, enchufó su tiesa verga por detrás.
El vaivén del perreo entre los dos fue in crescendo, mientras las tetas de Erika se acompasaban con los embistes recibidos de su "compañero" de traición. A medida que iban follando con más intensidad, Juan fue deslizando su mano por el pelo rubio de Erika, hasta que la fuerza del momento le hizo agarrarla por su cabello haciendo que su rostro virara hacia arriba.
-Más fuerte, más fuerteeee!!!, joooder Juan, sí,...¡sigue así!- Erika no paraba de sollozar, estremeciéndose finalmente con un nuevo orgasmo que lubricó toda su cavidad.
El momento culmen de Juan estaba a punto de llegar:
-Quiero que te corras Juan- jadeaba Erika siendo aún embestida con fuerza por el experto en excel.
-Ahhhgggg, me corro,...- gruñó Juan acelerado por las palabras de Erika. Su culo redondo y sexy fue bañado con su crema.
Tras el éxtasis, ambos se dedicaron una mirada cómplice. Juan tuvo el aplomo de continuar donde lo dejaron, y solventó en un periquete el problema del excel de Erika.
Mientras Erika recomponía su atuendo, Juan se encaminaba hacia la reunión en casa de los Pérez.
-¿Has podido ayudar a Erika?- preguntó Luis nada más llegar a la terraza.
- Sí, todo solucionado, ha costado al principio, pero ya hemos dado con el problema. Tu mujer es una fiera, Luis.
-Ya lo sabía yo, cuando se trata del Excel, mi marido hace virguerías - añadió Marian con su desdén habitual.
-Se hace lo que se puede mujer.
Y con esa irónica respuesta, más que satisfecho por el encontronazo vivido hacía unos minutos, volvió Juan al punto de partida de su "particular tarde", posando sus ojos nuevamente hacia los dos bombones en bikini que se lucían al borde de la piscina.
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