DE "PASTA" PREPOTENTE
La sociedad actual, la sociedad moderna, está en cambio, y el cambio se produce rápidamente; también vemos que las transformaciones, aun insuficientes, tienen un carácter irreversible. No obstante, esos cambios que están en proceso se enfrentan a las resistencias de los elementos reaccionarios (la lucha entre lo caduco y lo naciente no se produce nunca sin un duro enfrentamiento entre el pasado y el porvenir, entre el avance y el retroceso) alarmados ante la evidencia de que sus posiciones dominantes, hegemónicas, privilegiadas, están agrietadas y ya en proceso de derrumbe.
Hay una esfera en que se da una batalla que incluso está costando en nuestro país víctimas mortales cada semana, y nos debería alertar cualquier rasgo que venga a dar argumentos justificativos a tesis ultraconservadoras.
Las mujeres llevan milenios relegadas, oprimidas, esclavizadas, sometidas socialmente, aplastadas por la fuerza económica del género masculino, bajo las rutinas de teorías sexistas, presionadas por tesis ideológicas que han tratado de impedir la evolución en igualdad de la sociedad humana respecto a los sexos. Y ahora, cuando el sonido cristalino de las cadenas arrancadas con tanto esfuerzo por el género femenino, auguea una nueva aurora social, se expresan opiniones que no se pueden pasar por alto sin que se ejerza el deber de oposición a las mismas.
No hay opiniones inocentes ni actitudes ingenuas en una cuestión que adquiere el titulo de emergencia social. Guardar silencio equivale a complicidad.
Cuando los asustados varones tradicionalistas se atreven, con un conisno que repugna, a denunciar públicamente a todo el género femenino acusando a las mujeres, al conjunto de las mujeres de despreciar el diálogo sobre sus condiciones de sumisión y su necesidad social de emancipación; cuando se las acusa, con una inversión de términos propia de la peor demagogia, de actuar con prepotencia, cuando, con lenguaje grosero, se utilizan los argumentos decimonónicos, diciendo que lo que buscan muchas mujeres es apoderarse del dinero de los hombres (y esto lo hacen, señalan esas voces del neolítico, incluso aquellas que "trabajan"...¡como si las mujeres, quienes han sido convertidas en su mayoría durante centenares de años en ilotas del trabajo doméstico, productoras de nuevas fuerzas de trabajo, cuidadoras de enfermos, niños y ancianos, no llevarán a cabo un trabajo socialmente necesarioa (aun teniendo que compatibilizar esas tareas, de las cuales han rehuido cobardemente tantos varoncitos... aunque trabajen), se insulta con ello a las mujeres víctimas de una doble explotación y a las víctimas de las agresiones machistas.
Con tales opiniones se justifican OBJETIVAMENTE, aunque no sea esa la intención, aunque se haga de manera involuntaria, los argumentos que conducen a un blanqueamiento de las agresiones machistas. Por esta razón, no se deben permitir sin oposición tales opiniones que proceden de parte interesada.
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