Denunciar relato
Ese hombre, ese jinete de la pradera, que va caminando por los senderos de los campos de la provincia de Málaga, con su caballo detrás, sujeto por las riendas.
Un lago blanco, un lago negro. No te llamo Trigo por no llamarte Rodrigo. No puedo, no puedo. Al ataaqueeer.
Sesenta y siete horas seguidas caminando, por la gloria de mi madre; estaba más cansado que un cartero de Barcelona.
El fistro de jinete dice: "Tengo tanta hambre que me comería un caballo".
Entonces el caballo lo oye, porque entiende el lenguaje humanor, y en lugar de relinchar, sale de su hocico: "Miaauu".
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