RELACIONES LÍQUIDAS 2
Por franciscomiralles
Enviado el 13/02/2025, clasificado en Cuentos
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En aquellos años la aparente estabilidad social seguía siendo tan plana como siempre; sin fisura alguna como aquel día en que cai enfermo de anginas y me visitó el doctor Fullat. Se diría que vivíamos dentro de una burbuja que nos preservaba de cualquier influencia desestabilizadora del exterior.
La boda se celebró en la Catedral de Barcelona en un dia soleado de primavera, a la que asistieron un buen número de invitados. Luego el banquete se hizo en restaurante que estaba cerca de la montaña El Tibidabo, y a la hora del brindis como es habitual alguien gritó el clásico tópico de cualquier boda:: "¡Que se besen los novios...! ¡Que se beseeen...!"
Y naturalmente María Teresa y yo nos besamos llenos de gozo.
Mi madre en un momento determinado me dijo:
- Este es el día más importante de tu vida. Has tenido suerte de encontrar a esta buena chica.
"Buena chica" quería decir ser una hija de una familia tradicional de acuerdo con unos valores morales que imperaban en aquelos años.
Me llamó la atención el frenesí con que María Teresa hacía el amor. Daba la sensación de que ella se hubiese estado reprimiendo durante mucho tiempo hasta estos significativos momentos y ahora quisiera resarcirse de su ayuno sexual. Por lo demás nuestra vida en común siguió por cauces de una supuesta estabilidad como en muchas otras parejas de nuestro entorno; y tuvimos dos hijas preciosas que alegraban nuestra existencia.
Sin embargo un día al llegar yo a mi hogar después de una engorrosa jornada de trabajo me encontré a María Teresa sentada en un sillón del comedor con una expresión de circunstancias; como si estuviese dispuesta a darme una mala noticia; o un reproche. "¿Qué está sucediendo?" - me pregunté yo con inquietud.
- Tengo que hablar contigo Guillermo - me dijo ella con resolución.
Resultaba que mi mujer deseaba que nos separásemos, porque se daba el caso que ella se había encontrado con una vieja amiga del colegio llamada Matilde en la estación del Metro en Plaza Cataluña, y ambas habían congeniado estupendamente. Tanto era así que María Teresa otro día fue a su casa y la amiga Matilde que era lesbiana se había acostado con ella y la había iniciado en un insólito juego erótico, por lo que ahora mi mujer se había enamorado locamente de su anfitriona y en consecuencia habían decidido vivir juntas.
-¡Pero esto es demencial!- le dije yo totalmente descolocado; como si me hubiese caido un rayo encima.
- Matilde me ha hecho descubrr una parte sensual de mi persona que yo desconocía hasta este momento. Y éso me ha abierto los ojos Guillermo - repuso María Teresa con solemnidad-.Me ha hecho comprender que nuestro matrimonio es una pura comedia; una farsa, surgida de un sistema tradicional que hace mucho tiempo que está muerto. Y ahoa que hay libertad quiero dar un giro radical a mi vida. Por eso es conveniente que nos separemos- insistió ella tozuda.
- O sea. Que tanto mis sentimietos como el bienestar del que hemos disfrutado no cuentan para nada- expresé yo con un temblor de piernas y un vértigo en el estómago.
- Tu eres un buen hombre. Demasiado bueno, diría yo, pero no me haces vibrar. Además te he visto unos detalles que no me gustan nada; pero nada, nada- enfatizó..
-¿Ah si? ¿Yde qué detalles hablas?
- Pues no sé... Ahora no te sabría decir. Pero son detalles en los que se refleja que eres un egoísta - dijo ella con ambigüedad.
- Mira que cosas. ¿Y qué va a ser de las niñas?
- Por supuesto me las llevo conmigo. Son mis hijas y es lo que más quiero en este mundo. Tu las podrás ver cuando quieras. Ya hablaré yo con ellas.
- Oh, que buena y generosa er.es - dije yo en un tono irónico-. Y bueno. ¿Y cómo se supone que debo de reaccionar ahora? ¿Te debo de apoyar con una sonrisa de gilipollas porque de lo contrario soy un opresor, un machista que no te deja vivir tu libertad?
- No seas sarcástico Guillermo.
- ¡Soy como me da la gana! - estallé al fin dando una patada a una silla que había en la estancia.
María Teresa se fue a vivir con su íntima amiga tal como había planeado, por lo que nos tuvimos que divorciar legalmente. Aquella burbuja en la que se movía aquella autocomplaciente sociedad había reventado como un globo en el aire y ya nada volvería a ser como antes.
CONTINÚA
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