¡Feliz Navidad, familia! (2ª parte. Final)
Por El Manso Embravecido
Enviado el 18/02/2025, clasificado en Adultos / eróticos
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Mis dos sobrinos quedaron tan agradecidos por el excelente y profesional trabajo de mamporrera que les había hecho mi hija, que quisieron agasajarla con un sándwich para ella. Pero esta vez la susodicha se colocaría mirando hacia abajo. No me sorprendió que no fuera virgen, sabía que tomaba la píldora. Lo que me llamó la atención fue que con tan solo 18 años tampoco lo fuera por detrás.
Mi hermano escogió a mi hermana. Se colocaron de lado. Él le sujetaba el muslo de la pierna superior mientras ella se clavaba a sí misma el miembro viril de su hermano. A mi hermano esta noche le dio solo por hacer enculadas, no quería saber nada de coños. Es que lleva muchos años siendo un calzonazos, un mandilón y esta vez quería ser él el que diera por culo.
Yo me fui directo hacia mi cuñada y mis dos sobrinas y les dije que quería follármelas a las tres de un golpe. Mis sobrinas todavía no se habían calzado ningún cipote aquella noche, pues en la tanda anterior le ofrecieron un homenaje a Safo de Lesbos. Sus coñitos estaban limpios, sin restos de semen. Yo quería ser el primero, aquella noche, en perforarlos.
Se colocaron las tres en fila, boca arriba y yo, en la postura del misionero me las iba follando, a turnos, dándoles buenos empellones a esos chochitos bien lubricados. La almeja de mi cuñada estaba bien dilatada, se notaba que la muy puta le había dado buen uso en su azarosa vida. En los coños de mis sobrinas, sobre todo en la hija de mi hermano, mi rabo entraba más ajustado, intuí que habían perdido la virginidad no hace mucho.
Esta vez quedó desparejada mi mujer, que optó por unirse al grupo de mi padre y mi cuñado para hacer las veces de mamporrera y mamarle la picha al viejo cada vez que entraba y salía del trasero de mi cuñado.
Yo, después de estar casi un cuarto de hora perforándoles los coños a las golfas de mis sobrinas y cuñada, pensé “La verdad es que mi hija me ha sangrado mucha pasta en los últimos tiempos. Tiene unos gastos, sobre todo en caprichos, descomunales. Creo que ha llegado el momento de amortizarlos, de disfrutar de la inversión”. La veía con sus primos gozando como una perra, poniendo cara de vicio y preferí acercarme a ella y meterle mi verga en la boca para que se hartara bien de polla. Dejé a mi cuñada a su bola morreándose con su hija y su sobrina y cambié de grupo.
–Engulle bien el rabo de tu padre. Eres más puta que mi hermana, que ya es decir. Pareces hija de ella –le solté, mientras le agarraba del pelo para que no reculara y poder endiñársela hasta la campanilla.
La tinaja esta vez la visitaron mi hermana, con una buena carga de lefa de mi hermano en el trasero. Mi hija, que iba bien servida con tres eyaculaciones encima y que nada más llegar escupió la mía sobre el recipiente, y después, ya en cuclillas, descargó lo que llevaba de sus primos en el culo y el coño. Y por último, el que no podía faltar, mi cuñado, con el trasero bien cargado con la lechada de mi padre.
Nos tomamos un respiro y comenzamos la tercera y última tanda.
En esta, mi padre se pilló a mi hija. La puso a cuatro patas y comenzó a trajinársela. Mi hermana aprovechando que el trasero de mi padre estaba a buen tiro, se puso a hacerle un buen cunnilingus lamiendo su culo con ganas, algo que siempre se le dio muy bien.
Mi hermano esta vez se tiró a mi cuñado. Este debía tener ya algún desgarro, porque le salía algo de sangre por el ano.
A mi mujer le tocó hacer un sándwich con mis sobrinos. Como si estuviera en la playa, se iba colocando unas veces mirando hacia arriba y otras, hacia abajo, para que sus dos machos de turno probaran los orificios vaginal y anal de forma alterna.
Mi cuñada, su hija y mi sobrina se acercaron a mi cuñado y aprovechando que estaba acostado boca arriba practicando el misionero con mi hermano, se fueron sentando, de forma consecutiva, sobre su cara, para soltarle unas buenas lluvias doradas. Casi lo ahogan. La primera en sentarse sobre su rostro fue la hija de mi hermano. Mientras este la jaleaba ella iba descargando una cantidad de orina considerable. La siguiente fue la hija de mi cuñado, que le decía cosas como “Esto es por no subirme la paga mensual. Tacaño”. La última en sentarse fue su mujer, que mientras le orinaba en la cara le iba diciendo “Esta noche has descubierto un nuevo filón laboral, el de chapero. Seguro que sacarías unos buenos ingresos”. Todos nos echamos a reír por la ocurrencia de mi cuñada.
Esta vez fui yo el que se quedó desparejado. La verdad es que mi padre se pasó toda la vida dándome por saco, así que en esta ocasión decidí darle yo por culo. Me acerqué al grupo en donde estaba mi padre follándose a mi hija mientras mi hermana le lamía el trasero al viejo, aparté a mi hermana de un empujón y de tres estocadas le rompí el culo a mi padre. Él intentaba zafarse, pero yo lo tenía bien sujeto por la cintura y no se me escaparía tan fácilmente aquella presa.
–¿Así pagas a tu padre lo mucho que ha hecho por ti?
–¡Calla y pégate un buen twerking para facilitarme el orgasmo, cabrón! –le contesté.
Y vuelta a la tinaja. Para asombro de todos, esta vez la visitó mi padre, para descargar la lefa que le deposité en el trasero como agradecimiento a los servicios prestados para con su familia. También la visitó mi hija para soltar la carga que le insufló previamente su abuelo. Mi mujer, poniéndose de cuclillas también, descargó en su caso, dos buenas lechadas que le salieron del culo y de su almeja ya irritada. Y como colofón final, otra vez mi cuñado, que soltó lefa mezclada con sangre, de lo reventado que le había quedado el recto.
Para mi cuñado todavía no había acabado la fiesta. Le mandamos que se tumbara en el suelo, boca arriba, lo atamos a unas patas de unos armarios que había cerca y poco a poco, lo fuimos obligando a tragarse toda aquella enorme cantidad de lefa que contenía la tinaja.
Eran casi las 12 y como buenos católicos practicantes que somos, nos fuimos a la Misa del Gallo.
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