Secretos Inconfesables

Soy un convencido que, en la intimidad de toda persona, existen miles de secretos que se pueden considerar inconfesables, ya que hacerlo significaría ver tambalear nuestra hombría y hasta nuestra cordura.

Recuerdo que en una ocasión un muy buen amigo me confesó, quizás envalentonado por el alcohol, que en la intimidad con su esposa, algunas veces le pide que le meta el dedo en la cola y que lo disfrutaba mucho. Yo simplemente lo escuché sin emitir ningún juicio moral y no dije nada, porque recordaba que muchas veces hago lo mismo con mi esposa, y de verdad me gusta mucho. Al principio y con algo de timidez, fue sólo la puntita del dedo hasta que con un poco de vaselina y de mi colaboración, fue todo el dedo. Me excita mucho que lo haga y cuando ella no toma la iniciativa, soy yo quien se lo pide. Cuando lo hace, siento que mi pene va a explotar, sobre todo cuando me lo chupa mientras me penetra con su dedo. Incluso llegamos a experimentar con su vibrador, el cual llega a introducirse unos pocos centímetros, los suficientes para gozar con su vibración en la cola.

A esto me refiero cuando escribo sobre esos secretos “inconfesables”, ya que apuesto a que son muchos los hombres que realizan estas prácticas de alcoba, pero jamás lo contarían a nadie por temor a ser considerados poco hombres.

Soy un hombre de 47 años, casado, con dos hijos y con una esposa muy complaciente en el sexo. Me considero totalmente heterosexual, pero disfruto sobremanera ese dedo en la cola, y por qué no decirlo, también esos centímetros de vibrador que buscan mi interior.

De la misma manera, y continuando con esos secretos, les cuento que suelo masturbarme con mucha frecuencia, cuando mi mujer está de viaje. En algunas ocasiones imaginando que estoy con alguna ex, con alguna amiga de mi esposa, viendo pornografía en el celular o la mayoría de las veces pienso que estoy cogiendo con mi señora, con quien disfrutamos de todo lo que la intimidad nos permita.

Me excita hacerme la paja mientras acaricio mis tetillas, imaginando que es ella quien pasa su lengua y las chupa, mientras su mano acaricia mi miembro. Me gusta tomar con las yemas de mis dedos el líquido pre seminal y chuparme los dedos. Me gusta su sabor. Y cuando finalmente acabo, recojo un poco del semen en mis dedos y lo llevo a mi boca. Aclaro que no es una sensación nueva, ya que muchas veces mi esposa me chupa el pene hasta hacerme acabar, y con su boca llena de mi leche, me besa apasionadamente. Al principio era un poco renuente a hacerlo, pero me fui acostumbrando y ahora espero ese momento.

Seguramente más de un lector de este relato hizo lo mismo, pero jamás lo confesaría, ¿verdad? Secretos “inconfesables”

Me gusta compartir con mis amigos, fotos de las tetas de mi señora, diciendo que son de alguna “amiguita”, y me excita escuchar sus comentarios. Ella es bastante alta y normal en cuanto a sus atributos físicos, sin embargo, sus tetas son algo que me gusta que en forma anónima vean mis amigos, sin saber que es ella. Son de tamaño mediano tirando a grandes y sus pezones son grandes y muy claritos. Al principio ella no quería que lo haga, pero luego de prometerle y volver a prometerle que sería en forma anónima, accedió. Ahora me pregunta qué dijeron los que las vieron.

Una de mis fantasías es verla a mi señora haciendo el amor con otro hombre. Me excita imaginarla en la cama, chupando el pene de otra persona, haciéndole la paja, ver cómo le chupan las tetas y cómo la penetran. Muchas veces me masturbo pensando en esa fantasía, que simplemente es eso, una fantasía, ya que en la realidad seguramente no lo haría. No creo que lo soporte.

Éstos son sólo un par de esos famosos “secretos inconfesables” que creo que todos tenemos de una u otra manera.

Me gustaría establecer una interacción y leer los de ustedes, y si es que les gustó, luego sigo con otros más.

¡Saludos!