Mi esposa cumple su fantasía sexual en su cumpleaños
Por Anubis X
Enviado el 03/03/2025, clasificado en Adultos / eróticos
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Esa mañana despertamos muy temprano con unos incipientes rayos de sol anunciando un nuevo y cálido día de nuestras vacaciones en esas paradisíacas playas del Pacífico, regalo a mi esposa por sus flamantes 4o años de vida.
Pudimos alquilar unas cabañas a dos cuadras de la playa.
Ella es muy complaciente en el sexo y muchas veces en nuestros encuentros íntimos hablamos de nuestras fantasías. Ella me cuenta que su sueño es hacerlo con un negro.
Y a propósito de eso, el día anterior, en la playa, andaba un muchacho ofreciendo sus servicios de masajista. Llevaba una pequeña camilla portátil, la cual desplegaba cuando conseguía algún cliente. Éste era un joven de unos 30 años, de piel realmente muy oscura, que brillaba al sol, resaltando sus fuertes brazos y un abdomen trabajado. Sólo vestía un pantalón corto a través del cual se adivinaba un muy interesante bulto.
Se acercó a ofrecer sus servicios hacia donde estábamos nosotros, pero Marcela, muy tímida prefirió rechazarlo. Antes de irse, este muchacho le dejó una tarjeta, ya que también trabajaba a domicilio. Cuando se estaba alejando, mi señora me miró con esos ojos pícaros que suele poner en esos casos y me dijo:
- “Hmm viste ese bulto ?? jajaja ahí va mi fantasía sexual ”. Sólo atiné a sonreír en ese momento.
Al llegar la noche, cenamos en la playa y fuimos a dormir. Durante la noche me daba vueltas por la cabeza, la idea de cumplirle el deseo a Marcela, pero tuve mucho miedo de que los celos me lo impidieran, aunque también era mi fantasía, verla con otro hombre.
Mientras desayunábamos, le propuse que, como broche de oro de cumpleaños, lo llamé al masajista, sabiendo de antemano en qué terminan esos masajes.
Le dije que estábamos de vacaciones, muy lejos de casa y que lo que pase aquí, aquí se queda y que no volveríamos a hablar del tema.
Evidentemente era una idea muy atractiva para ella, ya que no tuve que insistir mucho, pero me dijo que iba a hacerlo, pero sólo hasta donde ella decida y que tenía miedo de estar sola con él. Finalmente acordamos que yo me iba a esconder en el ropero de la habitación para controlar que no se salga de control esta aventura.
Tomó coraje y le mandó un mensaje a Omar, que era el nombre del masajista. Quedaron de acuerdo para esa misma tarde a las 18 hs. Marcela le dijo que quería aprovechar ya que su esposo (o sea yo) tuvo que viajar de urgencia y recién volvería en un par de días.
Obviamente esas horas previas al tan esperado encuentro fueron de puros nervios y arreglar el ambiente. Preparó unos aromatizantes de ambiente, puso unas cortinas más oscuras y se bañó y perfumó con gran entusiasmo y nerviosismo al mismo tiempo.
Marcela es de estatura baja, muy blanca, de cabello largo castaño. Sus ojos son marrones claros y una sonrisa muy atractiva. Su cuerpo es normal, aunque destacan sus grandes tetas con sus pezones grandes y claros.
Para esperar a Omar, se puso un short suelto, de color rosa, una tanga color blanco y una blusa con tirantes y sin corpiño. Ella estaba lista, ansiosa y muy nerviosa.
A la hora exacta, Marcela recibió un mensaje de Omar avisando que ya estaba. Oh cuántos nervios !!! Corrí a esconderme en el ropero, que afortunadamente era grande y con unas mirillas en sus puertas, lo que me permitiría ver todo. Desde allí tenía una vista privilegiada de la cama de nuestra habitación.
Escuché a mi esposa recibir al invitado y luego de unos minutos que me parecieron eternos, entraron a la habitación. A todas luces se la veía a Marcela muy nerviosa. Realmente tuve miedo de que decidiera abandonar su fantasía, pero Omar se veía muy amable y gentil en el trato, lo que la hizo sentir más cómoda. Omar sólo llevaba puesto un pantalón corto y al caminar se notaba algo realmente grande. Su cuerpo musculoso y de color ébano era de verdad atractivo. Su rostro era de rasgos finos y con una sonrisa que dejaba ver unos dientes muy blancos y perfectos.
Al entrar a la habitación Omar le indicó que se recueste en la cama, boca abajo, mientras él se untaba en sus manos un aceite de un botecito que llevaba en su mochila.
Las manos con aceite de Omar recorrían sabiamente los hombros de mi esposa, haciendo a un lado los tirantes de la blusa y pasando por su espalda desnuda. Marcela le preguntó si se debía quitar la blusa, a lo que el muchacho le respondió que ella se ponga cómoda. Ya sin la blusa, las manos expertas de Omar subían y bajaban por la espalda. Con gran habilidad, mientras pasaba las manos, le fue bajando el short. Marcela colaboró moviéndose de tal manera que el mismo cayó a un lado de la cama. Ahora las manos de Omar masajeaban las nalgas de una excitada Marcela que abría las piernas invitando a no detenerse. Lo que había comenzado como un simple masaje relajante se había transformado en algo sexual. Marcela se había volteado y ofrecía generosamente sus tetas a las manos de este negrazo que evidentemente disfrutaba su trabajo. Mi esposa estaba con los ojos cerrados y hacía pequeños gemidos de placer. La boca de Omar tomó el lugar de sus manos y empezó a chupar los pezones al tiempo que son su mano masturbaba a Marcela. Finalmente ella hizo lo que yo esperaba ansioso y llevó su mano a la entrepierna de Omar y le hizo bajar el pantalón. Si bien se notaba que era muy dotado, al quedar al desnudo yo me quedé asombrado. Su pene era realmente muy grande. Era grande y muy grueso y su piel oscura brillaba. Mi señora lo empezó a masturbar mientras él hacia lo mismo con ella. Lo que yo pensaba que iban a ser celos, se fue transformando en una gran excitación y también me empecé a masturbar.
Marcela estaba disfrutando de su fantasía, ya que sin pensarlo empezó a chupar esa gran verga. Su boca sólo abarcaba la mitad de semejante pene. Se movía como si le hiciese la paja con la boca mientras sus manos acariciaban sus enormes bolas.
Acto seguido, él la puso en cuatro y desde atrás comenzó a penetrarla. Marcela lanzó un quejido de dolor al sentir algo tan grande en su concha. Luego lo disfrutaba.
Un baño de abundante leche en las nalgas y espalda de Marcela dio por finalizada la sesión de “masajes”. Ella le limpió la verga con su boca, tragando las últimas gotas de su semen.
Al despedirse, escuché que Omar le dijo que era una mujer muy hermosa y muy caliente.
Al cerrarse la puerta, finalmente pude salir de mi escondite. Marcela aún desnuda corrió a abrazarme y agradecerme por haberle permitido cumplir su fantasía. Me dio un apasionado beso en la boca y pude sentir el sabor de Omar, algo que no me disgustó. Luego se agachó y chupó las gotas de semen que aún chorreaban de mi pene.
Nos prometimos que lo que pasó en la isla, en la isla se queda.
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