Amber Suit a través del Estado Intermedio (2)
Por Luis R.
Enviado el 01/03/2025, clasificado en Ciencia ficción
131 visitas
—¿Dónde estoy? —se preguntó.
Parecía la habitación de un hotel, pequeña, con una ventana. Entraba una luz amarillenta, ¿del amanecer o del atardecer...? Miró por la ventana y vio lo que parecía una pequeña ciudad: coches, peatones, tiendas, bares. Niños jugando, mamás paseando. Todo parecía normal, pero desconocido para ella.
Salió de la habitación con la intención de bajar a la calle, pero, sin saber cómo, ya estaba entre la gente. Era como si tuviera lagunas de memoria, como si viviera solo los momentos importantes, y los interludios sin interés no contaran.
Al otro lado de la calle, leyó en el cartel de un edificio: "Preguntas Frecuentes". A través de las ventanas, vio a gente yendo de un lado a otro, atareados, entregándose algo que escapaba a su imaginación. Se acercó a preguntar, pensando que podrían tener "Respuestas Frecuentes".
En la entrada, le dieron un ticket y le indicaron que fuera a la planta 22, sección 16, puerta 58.
Tocó la puerta y esta se abrió. Entró y solo vio una silla y una mesa.
—Siéntese —dijo una voz neutra.
—¿Qué quiere saber?—
Miró a su alrededor, pero la estancia estaba vacía. Solo la voz en off. Fugazmente pensó en las "respuestas frecuentes" y dijo:
—Quiero saber quién soy y qué hago aquí—
—Puedo decirte quién eras —respondió la voz, pero ya no importa. Si no tienes memoria, no te servirá de nada.
—Entonces dime quién era —replicó Amber, insistente.
—Eras Amber, reina de una colonia de mujeres azules de la raza Amat. Estabas en aquella vida, pero no comprendías su sentido.
—Amber, Amber... —repitió pensativa.
—Sí, ahora recuerdo —dijo de repente—. Éramos altos, con piel azulada... Disfrutábamos de aquella vida. Pero también recuerdo que fui una mujer blanca tomando una cerveza en un chiringuito de playa.
Su mente se vio sacudida por decenas de recuerdos de otras Amber que también fueron ella. Las imágenes parecían copias de las anteriores, siempre buscando un sentido que se diluía en la línea temporal de sus vidas. Entonces comprendió que nacemos y morimos al margen del tiempo lineal.
—No puedo volver a mi vida anterior —pensó—. Eso es imposible. Nadie regresa, ni siquiera para comunicarse con los que quedan vivos. Pero estoy segura de que volveré a nacer, con el nombre de todas mis vidas: Amber.
La voz en off rompió sus pensamientos:
—Si no hay nuevas preguntas, que tenga un buen día—
Amber salió del edificio con su nueva identidad de siempre y entró en la primera calle a su derecha. La placa decía: "Calle Maitreya", y enseguida pensó que ese era el buda del futuro. Siguió adentrándose en una calle peatonal con plantas y árboles. La gente paseaba tranquila y sosegada. No oía sus voces, pero escuchaba el canto de algunos pájaros, que parecían jilgueros. La gente pasaba junto a ella, pero se sentía invisible.
Al final de la calle, encontró una carretera que se adentraba en un desierto de arena y piedras. Un autobús estaba parado junto a una marquesina. La gente subía y tomaba asiento. Sin saber qué hacer, pensó que ya había visto todo lo que había allí, así que subió al bus. El conductor le pidió un ticket. Ella no entendió qué quería, pero el hombre estiró la mano y sacó un papel del bolsillo de su camisa. Se lo mostró y dijo:
—Adelante—
El autobús se puso en marcha, siguiendo la línea negra de alquitrán que serpenteaba por el accidentado desierto. No supo cuánto tiempo pasó, porque allí el tiempo era diferente. Pero pensó que, en realidad, era la conciencia la que percibía algo llamado tiempo y le daba valores e inventaba ecuaciones para intentar comprenderlo.
—¿Será como la gente que bebe vino ilusorio o come una barbacoa inexistente? —se preguntó—¿Será el tiempo una forma de ilusión?—
Mientras meditaba sobre estas cuestiones, el autobús se detuvo y el conductor le hizo un gesto. La puerta se abrió, y ella bajó a un pequeño prado rodeado de bosque. El desierto había quedado atrás. El autobús continuó su camino hasta desaparecer en la primera curva.
Observó todo a su alrededor, y a lo lejos vio a una pareja bajo un árbol, dispuesta a un encuentro amoroso. El torbellino de sensaciones la llevó hacia ellos como si se diluyera en una energía liviana. Conectó con el hombre y la mujer y de repente todo encajó. Sus rostros, sus gestos, cada detalle le resultaba familiar, como si los hubiera conocido desde siempre. Entonces lo supo: eran sus padres, la puerta de entrada a su nueva vida. Se sintió bien, como si comenzara la sensación de la vida en el plano humano.
Ahora es Amber nuevamente, y para siempre.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales