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El carnaval comenzó con risas, disfraces, alegría y colores Todos iban por la calle cubiertos con máscaras y maquillajes que ocultaban más que rostros.
Sorprendentemente, y a pesar de los disfraces, regueros de gente hablaban sin parar. Durante horas, la ciudad se vistió de alboroto y alegría superficial, pero cuando las luces se apagaron tres días después, y las máscaras cayeron, nadie sabía quién era quién. No se reconocían al verse, ni se dirigían la palabra ni el saludo.
La ciudad entera se ignoraba, y en el silencio que siguió a aquellos días, nadie se atrevía a mirarse a los ojos. ¡Hasta el año que viene, carnaval!
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