LOS SILENCIOS, COMO LAS PALABRAS

    LOS SILENCIOS, COMO LAS PALABRAS

   Tanto esclavizan los silencios como las palabras. Los silencios son lo que no hicimos, lo que ocultamos, aquello que no nos atrevimos a decir, lo que no nos atrevimos a hacer, lo que quisiéramos y renunciamos a hacer. Lo que no hicimos. Los deseos sepultados.
 Son palabras invisibles, como fantasmas; pero son palabras escritas en el viento, palabras que se han de interpretar, una escondida adivinanza, palabras cobardes, palabras-humo, vapor huido, fluidos perdidos, aceptar a ser, estando.
Son los silencios una pequeña muerte. La amputación de nuestros sentidos. Ahora pienso que tal vez esclavizan más los silencios que las palabras.
Y luego, llega el silencio absoluto de la muerte, sin hacer vivido. Y es que a veces las palabras no dicen lo que uno siente, y entonces el silencio habla. Cada pausa de silencio se convierte en una cadena, atando los corazones a temores no expresados.
A veces, el eco de lo no dicho pesa más que mil frases. En el mutismo, las relaciones se  desgastan,  prisioneras de un miedo que nunca se atreven a nombrar.
Al final, puede que los silencios, más que refugios sean cárceles. Rompiendo el silencio, y dando paso al ruido de las verdades, se encuentra la verdadera libertad, la libertad en vida y la tranquilidad en la muerte.