Reencuentro en cubierta
Por ambis
Enviado el 07/03/2025, clasificado en Amor / Románticos
173 visitas
El mar se extendía como un lienzo de terciopelo azul bajo el cielo estrellado. La brisa nocturna jugaba con los rizos de Valeria mientras ella se apoyaba en la baranda de la cubierta, observando las olas romper contra el casco del crucero. Había aceptado la invitación para este viaje sin saber muy bien por qué. Tal vez por nostalgia, tal vez porque, a pesar de todo, una parte de ella seguía esperando...
El sonido de unos pasos tras ella la hizo tensarse. Reconocía aquel andar firme, aquella presencia inconfundible que le había pertenecido por tantos años. No tuvo que volverse para saber que era él.
—Valeria —susurró la voz de Hugo, su esposo, el capitán de aquel imponente barco.
Ella cerró los ojos un instante, tratando de ordenar sus pensamientos, de domar el torbellino de emociones que su sola presencia desataba en su pecho. Finalmente, giró apenas el rostro, lo suficiente para verlo de reojo. Él estaba ahí, con su uniforme impecable, el porte erguido, pero con una expresión en los ojos que ella rara vez había visto: vulnerabilidad.
—No creí que vendrías —continuó Hugo, acercándose con cautela.
—Tampoco yo —admitió ella, volviendo la vista al mar. —No sé si debí hacerlo.
—Yo sí lo sé —dijo él, con una seguridad que contrastaba con la incertidumbre de su mirada—. Lo he sabido desde el día en que te fuiste. Desde que vi nuestra casa vacía. Cada noche que me he quedado aquí, en esta cubierta, he deseado que este mismo mar te trajera de vuelta a mí.
El corazón de Valeria latió con fuerza. ¿Era posible creerle? Había pasado tanto tiempo... Tantas promesas rotas, tantos silencios llenos de ausencias. Sin embargo, allí estaba él, mirándola como si ella fuera lo único que importaba.
—No es tan sencillo, Hugo —dijo en un murmullo.
Él asintió y, con delicadeza, tomó su mano entre las suyas, como quien sostiene algo frágil y precioso.
—Lo sé. Y no espero que lo sea. Pero quiero intentarlo. Quiero que este mar, que tantas veces nos separó, sea ahora el que nos una de nuevo. Permíteme demostrarte que aún podemos encontrarnos...
Valeria sintió el calor de sus manos y la vieja familiaridad de su tacto. Miró sus ojos, aquellos que una vez le prometieron mundos y que ahora solo le ofrecían una verdad: que él seguía amándola.
Suspiró, retirando con suavidad sus manos de entre las de él. No quería rechazarlo, pero tampoco podía entregarse tan fácil a la ilusión de un nuevo comienzo.
—Hugo, esto no es algo que podamos solucionar en una sola noche. Se necesita tiempo... calma. No quiero promesas vacías, quiero certezas, y eso solo lo dará el tiempo.
Las olas siguieron su vaivén eterno mientras el silencio entre ellos hablaba más que cualquier palabra. Tal vez, solo tal vez, ese viaje sería el inicio de un regreso.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales