ESTA MAÑANA
Amelia, me levanté está mañana sin trinos de los pajarillos. Aún persistían las nubes de la lluvia de la noche pasada. Me levanté y miré por la ventana sin ganas de salir y enfrentarme al mundo..., No este día que recién comenzado y ya me pesaba como si hubieran transcurrido horas, hubiera llegado la tarde, con el sol alejándose por poniente, y tú, amiga querida, tan lejos...
¿No te ha pasado que hay días en que piensas que lo has hecho todo mal, que te has equivocado vitalmente? Hoy es un día así.
Al final tomé una ducha, desayuné livianamente, me vestí y caminé con pocas ganas por la ciudad. Vi mi imagen reflejada en un escaparate. Soy el mismo, con poca diferencia. Pasó una transeúnte acelerada detrás de mí. El cabello castaño claro se balanceaba a su paso. Me recordó a ti. Entonces éramos los dos quienes mirábamos alborozados en la tienda de juguetes aquella maqueta, ¿te acuerdas, Amelia?, la del tren miniaturizado en escala y exacto hasta los últimos detalles, circulando por las vías metálicas, pasando por debajo de la carretera y los puentes, por el interior del lindo túnel con imitación de piedras y rocas, con su superficie coloreada de verde musgo, a través del cual, el pequeño convoy y su locomotora pasaba, yendo y viniendo junto a un oblongo lago pintado de brillante color azul.
Yo, Amelia, en un momento tan largo como la propia eternidad, tan íntimo como los recuerdos de la infancia, vi tu sonrisa en el cristal, ingenua, libre, pura y, lo confieso, sentí un cosquilleo en el estómago. Me sentía dichoso, y el día, que también era gris, dejó de serlo. ¡Me sentí el más afortunado de los paseantes!
Al volver he abierto el buzón y he encontrado tu carta. No la he abierto todavía. Noté el grosor del sobre y por el tacto sé que contiene una fotografía. No he podido resistir el deseo de escribirte inmediatamente, contándote las sensaciones del día. Me deleito pensando en la espera hasta abrir tu carta. Tengo el sobre en mis manos y lo contemplo como se observa un buen vino que reserva uno para las ocasiones especiales.
Voy a echar inmediatamente esta carta al buzón. Recogen a las seis. Quiero que salga rápido. Después rasgaré la solapa y me encontraré contigo.
Amelia, el día comenzó con tinte taciturno; pero ahora, cuando comienza a declinar la luz solar, es cuando amanece para mí.
Un abrazo y disfruta de tus días, amiga.
(Cartas a Amelia)
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