Ecos de tu ausencia

Si estuvieras aquí, te regalaría una historia. Una última.

Sería sobre dos personas que alguna vez se encontraron en el momento equivocado, pero que, aun así, se atrevieron a sentir. Sobre alguien que esperó, justificó, se adaptó, creyendo que el tiempo y la paciencia lo cambiarían todo. Y sobre alguien que, aunque disfrutaba de esa presencia, nunca sintió la urgencia de quedarse del todo.

Sería una historia sobre preguntas sin respuesta. Sobre noches en vela imaginando escenarios que nunca sucedieron. Sobre un cariño que siempre tuvo más peso de un lado que del otro.

Pero no quiero que sea una historia triste. Así que la terminaré de otra manera.

Diré que, al final, uno de los dos decidió dejar de preguntarse. Que un día entendió que no se puede seguir sosteniendo lo que el otro nunca intentó sujetar. Que aprendió que el amor no debería sentirse como una espera constante, sino como un refugio seguro.

Y que, en su último acto de amor propio, cerró el libro, sin necesidad de un epílogo.