La facilidad con la que me despojás de mis ideales, resumiendo mi existencia en todo tipo de flaquezas y delirios argumentales. Es una acción de altercado, eso de imaginarte. Me devolvés aquello de lo que según mi concepción tengo despojado; de todo lo que tengo por arrancado y todo lo que tengo por cultivado, se ha encargado eso de imaginarte, de colocarles interrogantes y de poner en jaque mi juicio que creía sano.
¿Qué provocás y qué despertás en él? ¿Le carcomés la mente como hacés conmigo desinteresadamente o divagás, nuevamente, sin aparente aprendizaje, en los laureles de la experimentación? Pero más importante: ¿Qué despierta él en ti? Contame, ¿es que acaso se ha vuelto profundamente loco y se ha cubierto de la mayor porción de fascinación y frenesí al quitarte de encima las sábanas de tu espíritu y no, como de costumbre, las que cubren tu tez nívea?
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