¿EL RESULTADO DE NUESTROS ERRORES?
Por Eunoia
Enviado el 10/04/2025, clasificado en Reflexiones
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¿EL RESULTADO DE NUESTROS ERRORES?
Te iba a contar la historia de Rangel, pero es una historia inventada y tal vez por eso tiene más valor. Sin embargo, ahora atravesó mis neuronas otra. Esta es una historia real, ya sabes, eso que llaman un relato autobiográfico.
Conducía hacia la oficina. Eran los primeros días de septiembre. A mi lado estaba mi amiga Isabel. Ambos nos reincorporábamos aquel lunes al trabajo, después del mes de vacaciones.
Isabel viene átona, cabizbaja. De repente escuché un respingo, me giré hacia ella y vi que dos lagrimones gruesos resbalaban por su cara mofletuda. A mi pregunta responde que Harald, su novio, la había abandonado; así de golpe.
Ella dice que no; no había nada especial. Aún no se lo explica. Mira, me dice, y me pasó una nota de su novio alemán. Es una cita de Goethe. Las afinidades nuevas liquidan las relaciones viejas, viene a decir. Es una fuerza trascendental, un impulso irrefrenable... No es sólo la profundidad de una identidad espiritual, tampoco la furia del deseo carnal. Hay que considerar también el factor tiempo, la consunción de una relación prolongada y marcada por una serie de encontronazos, desencuentros y silencios. El desgate de las relaciones sentimentales no se diferencia de cualquier otro proceso de caducidad, de relevo de lo viejo e imposición de lo nuevo.
No se puede entender mecánicamente la afirmación del gigante literario alemán. Las afinidades son un resultado temporal. La construcción del "yo" es constante. Varía de un momento a otro de la vida de los individuos; también esto está sujeto a las leyes del nacer y el morir. Las leyes inefables del desarrollo de todo lo material.
¿Y la elección?
Nuestro ser consciente se aferra a la idea de libertad absoluta. Queremos ser dueños completos de nuestra existencia, de nuestro devenir, del "destino". Perdemos de vista que somos un complejo emocional dominado, en gran medida, por respuestas condicionadas a nivel de los procesos del pensamiento. También por la fuerza imperceptible de factures hormonales.
Todo ser humano está condicionado por el medio social en que vive. Las costumbres, la cultura y los comportamientos son modelados por reglas que todos aprendemos inconscientemente y que casi siempre operan en nosotros de manera subconsciente; sin que nos percatemos de ello, pensando que somos los dueños absolutos de nuestros actos.
La vida impone su ironía.
Miró de soslayo a Isabel, que ya ha logrado dominar la pena por lo sucedido. Por las calles las gentes caminan, unas indolentes, otras apresuradas, hacia su destino en la cadena de las relaciones sociales de producción; indiferentes a los pesares y azares de los demás, en un océano de alienación humana.
Yo, le digo, estoy en el plato opuesto de la balanza. Ella gira la cabeza interrogativamente. ¿Qué quieres decir? He conocido a alguien, respondo. Se hace un enojoso vacío. Lo siento, pero es que yo estoy en el otro lado. ¿Te has enamorado?, inquiere. Ajá, repongo. Ella pregunta, ¿y qué vas a hacer?. No lo sé, admito.
Pasados unos minutos digo: todo el mundo cree que sabe lo que hace; pero no es verdad. Yo pienso, continúo con un tono melancólico, que somos menos el resultado de nuestros aciertos, que el de nuestros errores, aunque en esencia podemos decir que somos la suma de ambos; como un artista, pintamos nuestro lienzo a golpes de decisión, sobrevalorando los errores "¿de los errores se aprende?" y menospreciando los aciertos que son realmente los que nos dan seguridad y nos ayudan a aprender. Los errores nos llevan a replantearnos el hecho y a evolucionar. Cada acierto es un paso adelante y cada error una oportunidad más de mejorar. Al final no podemos vivir sin ninguno de los dos; ambos nos definen, nos completan y nos recuerdan constantemente que el equilibrio entre el éxito y el fracaso es lo que nos permite ser quién somos
Isabel quedó pensativa, y mientras ambos nos poníamos el uniforme de trabajo, nos miramos cómplices de nuestras confidencias.
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