“Amén”, dice el páter
cerrando con ello el último entierro
Y las tumbas…
Las tumbas llorando al cortejo
saliendo del sacro lugar
Y las sombras…
Las sombras se adueñan
de nuevo del gélido mármol
Y el silencio…
El silencio imponiendo callar
esas bocas de los fríos muertos
Y los féretros…
Los féretros rellenan sus panzas
con gusanos hueros
Y la Vida…
La vida que ruge hacia adentro y afuera,
siempre remozada para más escarnio
Y la Muerte…
La muerte de una bella mujer,
mil veces llorada
Y el vicioso ciclo… Nuestro ciclo…
El ciclo del ayer, el hoy y el mañana,
forjando en su bucle la ilusión humana
Y el dolor….
El dolor que aprieta en el alma al perder
para siempre su querida cara
Y de nuevo la Vida…
La vida de esos otros
que nunca podremos gozarla
Y otra vez la muerte, la dichosa Muerte…
La muerte de aquellos
que verán lo mismo otro atardecer
Y el hombre clamando a su dios alguna esperanza…
¿Esperanzas?
Esperanzas mudas…
¡Esperanzas vanas!
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