LAS HUELLAS DE NUESTROS PIES

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        LAS HUELLAS DE NUESTROS PIES  
 
 
   Los pies dibujaban un camino de huellas sobre el que volviamos a pasar. Jugábamos a colocar los zapatos dentro de la figuras grabadas en el polvo seco, en los surcos tan distintos en talla y forma que nuestro calzado había formado.
En un momento te desequilibraste y tuviste que apoyarte en mi brazo, y me inundó el olor de tu perfume femenino desprendido de tus cabellos largos.Te reías como una niña alborozada con el inocente juego.
Bajo el sol suave de mayo caminábamos alrededor de la gran fuente circular. Por encima de nuestras cabezas, las golondrinas chillaban y jugueteaban como veloces dardos negriblancos, con sus alas en forma de velas lunares, mostrando las nubes translúcidas.
De repente, me dijiste que tenías apetito y fuimos a tomar un aperitivo, sentados en la otra parte del puerto, allí donde se veía el rocoso promontorio. El mar estaba plano y desde allí apenas se veía alguna cresta liviana, que se ondulaba perezosa en dirección oblicua hacia las arenas de la playa.
Después, fuimos al centro y comimos en un restaurante vegetariano entre risas, confiándonos mutuamente los últimos chismes que ninguno de los dos creíamos, hasta que el comienzo de la tarde nos recordó que teníamos que regresar en el tren de las cinco y media.
¿Recuerdas, Amelia? Para mí, aquellos fueron los días más felices de los que tengo memoria. Cuando la locomotora, en las curvas prolongadas e interminables, sobre los altos acantilados de roca viva, alternados con laderas cubiertas de verde hierba de todas las tonalidades y matices, lanzaba su voz penetrante, alargada por los ecos de los declives, con aquel silbato que era parte intrínseca de nuestras vidas paralelas, podíamos estrenecernos al ver la negra chimenea coronada de nubes espesas de blanco humo de vapor.  
Me he recreado, Amelia, en estas imágenes del pasado al ver las fotos tuyas, sobre la baranda despintada de la pequeña pasarela sobre el riachuelo, que he descubierto entre las páginas del libro de Boris Vian que me regalaste aquella mañana para celebrar  el día del libro. Si quieres, cuando vuelvas, podemos hacer el mismo recorrido; ir al parque antes de comer, y quizá podamos encontrar las huellas de nuestros pies de aquella mañana.
 
Un abrazo cariñoso, querida amiga.
 
 
 
                                              (Cartas a Amelia)
 
 
 
 
Títulos publicados

___________________ 

 

•Tú, en la pluralidad de tu esencia

 •El río

•Esta mañana

•Viaje de vuelta

•Los contrastes complementarios

•La fuente de los faunos

•Las huellas de nuestros pies 
 


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