Sumisión desde Onlyfans

Por
Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
397 visitas

Marcar como relato favorito

No suelo releer mis relatos. Una vez que se publican, los dejo ir. Pero hay uno en particular que guarda una historia paralela que nunca escribí… hasta ahora.

Fue con “Mi esposo me siembra la idea de tirarme a otro”. Un texto que nació de la duda, la excitación y la provocación. Solo quería explorar esa fantasía inquietante: que el deseo de otro no venga de nosotras, sino de quien amamos.

Tiempo después de publicarlo, recibí un mensaje diferente. Palabras cuidadas, firmadas por alguien que se hacía llamar Elías.

"Ese momento en el relato… cuando dices que no querías, pero tu cuerpo se rendía, me dejó temblando. No por lo sexual. Por el poder que había en tus palabras. Sin darte cuenta, mandabas. Y yo… solo podía obedecer."

Al principio no entendí. Hasta que volvió a escribirme, esta vez por OnlyFans, donde solo comparto relatos. Nada visual, solo letras.

"Te encontré en Todorelatos. Me suscribí. Pensé que buscarías impresionar con imágenes, pero tus relatos me hicieron sentir algo más profundo: sumisión."

Sumisión. No lo vi venir. Yo, que escribía sobre esposos deseando ver a sus mujeres tomadas por otros, ahora tenía a un hombre arrodillado ante mis palabras.

Y no lo niego: me gustó.

"Veo poder en tus palabras… podrías someterme solo con escribir."

"¿Y si fueras protagonista de uno de mis relatos?" —pregunté, curiosa.

"Solo si tú lo mandas, Dueña."

Ese fue el instante en que entendí: no era solo él quien deseaba obedecer, sino yo quien empezaba a descubrir el placer de mandar.

Al principio, no sabía qué hacer. ¿Seguirle el juego? ¿Realmente podía entrar en este mundo de dominación y sumisión? Mientras más leía sus mensajes, más me atrapaba la idea.

"Quiero que me domines," escribió.

Eso me excitó más de lo que esperaba. Así que me atreví:

"¿Te gustaría que te ordenara ahora?"

Pocos minutos después, respondió:

"Sí, Mistress. Te seguiré en todo lo que me digas."

Decidí probar con una orden sencilla:

"Ponte cómodo y describe qué sientes."

Su respuesta llegó:

"Me siento vulnerable, Mistress. Pero muy excitado. Cada palabra que me dices me acerca más a ti."

Algo en mí empezó a cambiar. La sensación de poder era embriagadora.

"La próxima vez que hables conmigo, quiero que seas explícito. No me hagas esperar," ordené, sintiendo una chispa recorrerme.

¿Cómo había llegado aquí? Ya era tarde para arrepentirme.

Después de ese primer intercambio, todo cambió. Elías ya no era un simple lector. Y yo ya no era solo una escritora jugando con palabras. Me gustaba que me llamara "Mistress". Sonaba natural, casi adictivo.

Una noche, tras leer otro mensaje suyo donde me confesaba no poder dejar de pensar en mí, tomé una decisión. Me acomodé en la cama, encendí una luz tenue, y me tomé una foto: piernas cruzadas, botas altas de cuero negro. No dije nada. Solo la envié.

Su respuesta fue inmediata:

"Dios mío..."

"¿Te arrodillarías por estas botas, verdad?" escribí.

"Sí, Mistress… si usted lo desea."

Así que di la primera orden real:

"Desnúdate. No toques nada más que tu teclado. Ponte de rodillas. Frente a la cama. Solo mira. Y obedece."

Podía imaginarlo, temblando, desnudo, a mis pies.

"No hagas nada sin permiso. ¿Entendido?"

"Sí, Mistress."

Le pedí que cerrara los ojos, que imaginara el olor del cuero, el sonido de mis tacones. Estaba completamente a mi merced.

"¿Qué sientes ahora?" pregunté.

"Temblor, deseo, pertenencia," respondió.

Leí sus palabras con un nudo en el estómago. No era un juego. Era real.

"Quizás algún día puedas besar mis botas. Hoy, solo debes desearlo."

Estaba excitada, pero firme. Porque en este juego, el placer era poder. Y el poder, por primera vez, era mío.

"Quiero que me muestres tu obediencia," le escribí.

Ordené que se grabara: "No te toques. Solo habla. Describe cómo te sientes."

Mientras él preparaba el video, me acomodé en la cama, botas aún puestas, piernas cruzadas. La imagen perfecta de una dueña que dirigía el deseo.

Tardó, pero su mensaje llegó: su voz grave, temblorosa, confesando su sumisión.

No respondí de inmediato. Solo envié una foto tomada desde arriba: mis muslos cerrados, mi falda apenas alzada, mis botas relucientes. Una imagen que decía todo sin decir nada.

Pasaron unos días de silencio. Un silencio que sostenía el deseo como un eco vibrando entre los dos. Elías supo leerlo. Y eso me excitaba más que cualquier orgasmo.

Porque el verdadero poder no está en lo que ordenas... sino en lo que provocas sin decir una palabra.

Una noche, un poco ebria por el vino, decidí ir más allá.

"Hoy no se trata de ti," le escribí. "Se trata de mi deseo."

"Lo que usted diga, Señora. Estoy listo."

Ordené:

"Vas a grabarte. Empieza vestido. Boca arriba en la cama. Desnúdate lento, solo cuando yo lo diga. Y luego masturbándote mientras hablas para mí."

Mientras esperaba su video, tomé un sorbo de vino, sintiendo mi cuerpo calentarse.

Sin pensarlo, encendí la cámara, me puse lencería roja y tacones. Frente al espejo, acaricié lentamente mis piernas, mis senos, mi abdomen, hasta llegar a mi vulva. Mis bragas ya estaban empapadas. Imaginaba a Elías observándome, deseándome, aún sin poder verme.

Me masturbé lentamente, gimiendo suavemente, dejando que la imaginación de su mirada me llevara al borde.

Cuando terminé, revisé mi teléfono. Su mensaje había llegado: su cuerpo temblaba, su respiración era errática, su pene mojado de deseo.

No respondí. No hizo falta.

No le escribí al día siguiente. Ni al siguiente.

No fue por falta de deseo. Todo lo contrario. Quise sostener ese momento suspendido entre nosotros. Esa sensación poderosa de saber que seguía allí, latiendo.

Elías no insistió. Supo respetar el silencio como respetaba mis palabras.

Y en ese silencio, descubrí algo aún más intenso que cualquier orden: el verdadero poder está en lo que provocas... cuando no dices nada.

Quizá Elías fue solo un destello en mi vida. O quizá... una puerta que ya no puedo cerrar.


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Cursos online gratuitos de escritura y redacción

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed